Ni 30 segundos duró la ilusión de esperar una carambola, ni una vuelta para soñar con una remontada de Fernando Alonso. Nada. Abandonó en el primer giro tras ser embestido por Kazuki Nakajima. Su peor resultado en la F-1. Ni en los tiempos de Minardi había abandonado tan pronto. Y sucedió en el Gran Premio de Europa, en Valencia, en la cita que nació al calor de sus éxitos, en el primer año en el que España celebra dos carreras en honor a su talento y a sus resultados. Un desastre que se une a otro fiasco ante su marea azul en Montmeló. Vaya año.

Pero supersticioso como es, el bicampeón ve el lado bueno: "Mejor que toda la mala suerte se acumule este año en el que no lucho por nada importante. Seguro que ganaré en este circuito como en su día ya hice en Montmeló. Me quedan muchos años en la F-1 para poder ganar aquí cuando esté luchando nuevamente por el título".

Dos fiascos en sus dos comparecencias en casa hacen daño, sobre todo, para quien es tan sensible a la pasión que despierta en sus seguidores. "Tengo un sentimiento de tristeza y desolación enorme. Es tener muy mala suerte, como en Montmeló", masculló mientras abandonaba el circuito junto a su mujer, su padre y su mánager cuando la carrera no había llegado ni siquiera a su ecuador. "Ha sido un mal día. Salí bastante bien y pude ganar una posición. Pero en la tercera curva, en la frenada, sentí un fuerte empujón por detrás. Miré hacia atrás y vi que el alerón ya no estaba. Supe que debía volver al box. Me quedé dentro un par o tres de vueltas porque quería volver a la pista, pero tenía rota la suspensión y el cambio", recordó Alonso. Su peor clasificación de la temporada, duodécimo, desembocó en el peor resultado de su trayectoria en la F-1. Solo le fue peor en el Gran Premio de Bélgica 2001, cuando ni siquiera pudo tomar la salida tras un accidente con su Minardi en el warm-up previo a la carrera. "Es una pena por los aficionados. La gente ha venido a verme correr... Definitivamente, es un mal día".