TTtener referentes, en cualquier deporte, siempre es importante. En el pádel, un deporte más amateur que profesional, pasa exactamente lo mismo. Extremadura siempre los ha tenido aunque en menores. Campeones de España, del mundo, fijos con la selección española... Muchos nombres que han ido desapareciendo por el camino. Faltaba dar el salto y cerrar el círculo. Y más aún cuando, este deporte en Extremadura, sigue creciendo a ritmos agigantados. Afortunadamente, parece que ese momento ha llegado.

El año pasado ya se dejó ver Alvaro Matador con varios cuadros finales. El equipo de El Perú Cáceres ha disputado el Campeonato de España de primera categoría. Teo Zapata despunta entre los menores. Pero, lo mejor estaba por venir. Este 2013 está siendo el de José Antonio García Diestro. Y no, no parece que sea casualidad . Cuatro cuadros finales, con unos octavos incluídos, único jugador en hacerlo esta temporada con tres parejas diferentes, lo colocan como el máximo exponente del pádel extremeño en estos momentos. Empieza a recuperar parte de lo que ya fue, campeón del mundo junior junto con la estrella nacional, el sevillano Paquito Navarro.

Desde entonces, mucho ha llovido y los caminos de uno y otro han sido bien distintos. Uno es el número 14 del ranking y claro aspirante a ocupar lo más alto del pádel mundial. Otro probó fortuna en el fútbol pasando fugazmente por el desaparecido CD Badajoz, vinieron las lesiones, sinsabores... Ahora, cuando se lo ha propuesto, ha llegado. El problema es mantenerse. A pesar del auge de este deporte, el profesionalismo queda bastante lejos, excepto para las parejas más punteras del circuito. El resto tiene que conformarse con dar horas y horas de clases, clinics y sobrevivir como puede para ir a todas las pruebas del nuevo circuito. Complicado si, además, hay que entrenar. Aún así, nuestro pádel empieza a verse reflejado en García Diestro. Queda lo más difícil: mantener la línea o superarla. Eso, como en cualquier deporte, es cuestión de mucha más gente. Los jugadores se lo ganan en la cancha. Fuera, deben ser otros los que empujen para que todo sea mucho más llevadero. En el pádel no iba a ser menos.