Paola Ferrari (Asunción, Paraguay, 16 de septiembre de 1985) es un ciclón. Irradia energía y liderazgo, tanto dentro como fuera de la pista. Llegó en verano al Nissan Al-Qázeres con el objetivo de que el club llegara más alto que nunca en la Liga Femenina Dia. El trayecto está siendo duro, pero el camino no ha terminado. Desde los 14 años compite con jugadoras sénior, se confiesa una enamorada del deporte, «de todos los deportes», y sueña con poder ayudar algún día a todos los deportistas de su país. Acaba de cosechar su primer MVP de la temporada y tiene muy claro que cambiaría cualquier premio individual por uno colectivo. Ayer por la mañana, se explayó en la sede central de El Periódico Extremadura sobre todo.

-Más de la mitad de su vida como jugadora profesional. ¿Lo soñó de niña-adolescente?

--Sí. Empecé a entrenar a los 7 años a través de mis hermanos (tengo dos) mayores. Y me cuentan mis padres que a los 10 años les dije que yo quería ser jugadora profesional de baloncesto. Lo tenía clarísimo. Siempre fue mi meta, mi sueño, no pensaba en otra cosa.

-Ha estado, aparte de en clubs de su país, en EEUU, Brasil, Ecuador y España. ¿Cómo valora su carrera?

--Me encanta. Lo que más me gusta, aparte del baloncesto, son las culturas de los países en los que he jugado, y son bastantes. En Sudamérica, en casi todos, y en Europa, solo en España, pero por decisión mía, porque he tenido ofertas para ir a jugar a diferentes países. Pero me encanta España y soy muy de valorar, además del baloncesto y lo que éste me puede dar, la vida, el día a día. Y aquí, en España, se vive muy bien. Eso es un plus enorme. Pero cada cultura que he conocido me ha hecho madurar y crecer como persona.

-De sus muchos años en España, ¿con qué se queda, con su título de liga con el Avenida?

--No… De las 14 temporadas que llevo en España me quedo con todo, no solo con los títulos. Los títulos son el broche de oro de todo el esfuerzo que uno hace. Me quedo con todas las experiencias vividas cada año, con todo lo que aprendí, con todo lo que maduré. Y a nivel de títulos, más con la Copa de la Reina que gané con el Avenida. Fue muy especial.

-Llegó a España en el 2005 y ha pasado en muchos equipos, pero ha repetido dos o más temporadas seguidas en pocos, ¿por qué?

--Es algo que yo también me he preguntado siempre. El baloncesto femenino es muy así. Creo que ha faltado un poco de estabilidad. Al Mann Filter, lo digo sinceramente, llegué en el 2015 y me hubiera quedado hasta hoy día, me encanta Zaragoza. Pero hay veces que no depende de la jugadora, sino de los clubs, que se ven obligados a bajar totalmente sus presupuestos. Lo triste del baloncesto femenino es que no hay estabilidad. Me encantaría quedarme en un sitio muchos años, pero no depende de mí.

-Díganos lo primero que se le ocurra sobre el Nissan Al-Qázeres.

-Pues que en estos momentos somos un remolino. Han pasado muchas cosas. Hemos conseguido un objetivo muy importante, la Copa, pero aún no hemos encontrado el ‘clic’ para dar un salto y decir, vamos a estar abajo, arriba o vamos a quedarnos en el medio. Aún somos un remolino.

-¿Hasta dónde se puede llegar?

-Esa es la cuestión. Mi objetivo cuando vine al Nissan Al-Qázerez era estar, sinceramente, top-4. Creía que teníamos capacidad para estar ahí. Pero han ido surgiendo cosas y aún no hemos explotado. Por eso estamos como un remolino. Damos un paso bueno y cuando tenemos que dar el salto de calidad, que es ganarle a Ferrol o en su momento a Lugo, perdemos. Hay partidos que si hubiéramos ganado, como contra IDK, hoy hubiese cambiado mucho la historia. No estamos terminando de explotar. Quizás nos falta mucho más trabajo del que estamos haciendo.

-El pasado año, con usted, Gaby Ocete y Shacobia Barbee el Mann Filter fue tercero, pero ahora se encuentran lejos. ¿Se les puede pedir algo parecido?

-Sinceramente, no. Lastimosamente, al top-4 no llegamos. Ese objetivo es imposible, el cuarto nos lleva ahora cuatro victorias y con lo que queda y el calendario que tenemos es básicamente imposible. También pienso que no se pueden comparar temporadas aunque nos hayan traído a las tres. Nos entendemos a la perfección, no lo dudo. Individualmente hemos rendido muy parecido, pero colectivamente no hemos podido rendir como Mann Filter. Pero eso es porque Víctor Lapeña es de una manera y Jesús Sánchez es de otra.

-¿Debería reforzarse el equipo?

-Sí. Necesitamos potencia interior. Eso se nota, lo sabe todo el mundo, no hay ni que esconderlo ni que mentir. Sufrimos mucho en el rebote en todos los partidos. Nos viene una grande y nos cuesta un montón defender. Necesitamos más peso, más fuerzas. Hace falta una más. Shacobia era una alero muy fuerte y ahora nos quedamos Roneeka y yo, que somos dos aleros de las más bajas, y sufriremos bastante cuando nos vengan equipos con envergadura.

-¿Hubo miedo-nervios en las tres últimas jornadas de la primera vuelta por la posibilidad de no clasificarse para la Copa?

-Llegamos a Zamora, que era el partido clave, con mucha presión, pero no por parte del club, sino individual de cada una. Al menos yo sí. O ganábamos, o moríamos. Remontar el partido sin Shacobia en los últimos minutos, volvimos a remontar en la prórroga y acabamos ganando de 8… Jugar 50 minutos a vida o muerte nos dio un plus. Tras ese partido sí pensé que este equipo tiene pasta para estar arriba. Porque no cualquiera hace lo que hicimos ante Zamora. Después le ganamos a Araski… Fueron cuatro días muy intensos y demostramos que tenemos carácter. Y luego fuimos a Lugo sin gasolina...

-¿Personalmente, cómo se define?

-Soy una persona muy tranquila en la vida cotidiana. Me encanta hacer las cosas más normales, no me gusta hacer nada raro. Me gusta ir al cine, estar con los amigos, soy muy ‘familiera’, amo estar con mi familia. Soy muy amiga de mis amigos. De los pocos que decido tener, lo doy todo. Y en el mundo del baloncesto, creo que tengo una mala hostia por competitiva..., pero luego, cuando me conocen, soy todo lo contrario. En pista soy competitiva, una guerrera, me gusta ganar a todo. Y eso me ha llevado a estar donde estoy. Me gusta esa parte de mí, aunque a veces, a primera vista, puedo parecer un poco seria. Pero primero quiero ganar, después ya seremos amigos.

-Por lo que se puede leer, baloncestísticamente siempre ha sido una líder....

-Sí, me encanta. Desde muy chiquitita tuve que tomar muchas decisiones. No solo a nivel de baloncesto, también personales. Son muchas las cosas que me han hecho querer liderar a mis compañeras, ayudarlas.

-Ese rol de líder es imprescindible en todos los equipos…

-Sí, pero hay muchas clases de líderes. Hay líderes silenciosos. En el equipo tenemos un par de líderes silenciosas que no son tan abiertas como yo, pero que están ahí. Me encanta el reto de ser líder, voy a intentar liderar lo mejor que pueda a este equipo.

-¿Su temperamento le ha generado problemas en algún equipo?

-No soy la clase de líder que dice ‘aquí hay que hacer esto’. Este año he chocado un poco porque yo soy muy activa, muy competitiva. Al comienzo, a Jesús [Sánchez] le pedía competir más en los entrenamientos, meter más caña. Pero yo no digo lo que hay que hacer. Yo respeto mucho a todos, pero creo que como líder debo dar mi opinión.

-¿Cuánto le queda en las canchas?

--¡Ufff! Me veo muy bien física y mentalmente. Veo que pasan los años y que incluso me encuentro cada vez mejor. Sé que eso es gracias a que me cuido muchísimo, vivo una vida muy sana. Y eso alarga mucho la carrera. Me veo hasta los 35-36, tres añitos más. Después, me gustaría dar un paso adelante, tener familia… mil cosas que me encantaría hacer.

-Porque a lo largo de su carrera habrá tenido que renunciar a muchas cosas...</b>

-Soy muy cuadriculada y quizás haya miles de cosas que me he saltado en la vida y no he podido disfrutar porque he estado siempre muy enfocada y centrada en el baloncesto. Cuando tomé la decisión de jugar en España, al decidir estar lejos de mi familia, pensé que si hago el esfuerzo, tengo que hacerlo bien. Pero en un futuro disfrutaré de todas las cosas que no he disfrutado. El deporte me ha hecho viajar, que es otra de las cosas que amo, conocer mundo, culturas… No me arrepiento de nada.

-En el 2012 tuvo una grave lesión, rotura del ligamento cruzado, ¿tiene algún tipo de secuela?

-Para nada. Con 27 años tuve mi primera lesión, nunca me había pasado nada. Fue un bajón, pero me ha hecho madurar, me ha hecho crecer. Después de esa lesión es cuando he conseguido todas las cosas en el baloncesto. Estuve seis meses trabajando a doble turno todos los días y después me fichó Avenida. Fue… ¡madre mía! Después de esa lesión me fue sucediendo todo lo mejor de mi carrera. Fueron seis meses de muchísima madurez, te encuentras como persona más que como jugadora, te das cuenta de las cosas que de verdad valen la pena, porque pasas mucho tiempo sola.

-Es una estrella en su país, como futbolistas como Roque Santa Cruz o Chilavert. ¿Cómo lo lleva?

-Es muy normal. La gente me trata muy bien. En Paraguay siempre me han tratado muy bien, siempre me han seguido, desde muy pequeña. Y eso se valora muchísimo. Hace que la gente joven vea que se puede jugar baloncesto femenino. Que la gente me vea como un reflejo, como un referente, es lo máximo.

-¿Se ha sentido discriminada como mujer?

-Discriminada como mujer, no. Discriminada como mujer deportista, sí. Ves las diferencias deportivas que hay y son abismales. A una persona que lleva 15 años jugando en Europa, profesional, la comparas conmigo, y esa persona ha ganado muchísimo más. Esa diferencia tiene que ir cambiando poco a poco. La Federación Española está haciendo cosas muy chulas para ir cambiando, pero hay que dar otro paso..., empresas, sponsor que apoyen, que los salarios sean no iguales, pero sí más parecidos, porque entrenamos de la misma manera, jugamos de la misma manera…

-¿Se ve algún día en política en su país?

-¡Ufff! Políticamente, no, pero sí me veo ayudando al deporte, quizás encabezando la Federación Paraguaya o como ministra de Deportes, pero, sobre todo, me veo ayudando. Me encantaría que Paraguay diera un salto de calidad, porque creo que los deportistas de allí tienen mucho talento. Pero las ayudas no llegan.

-Eso quiere decir que cuando se retire vivirá en Paraguay…

-No, yo no he contestado eso. Tengo un dilema gigante. He vivido los últimos 15 años de mi vida en España, pero la familia está en Paraguay y me tiran tanto. La familia es lo mejor que tengo. Pero, claro, mi vida la he hecho aquí. Tengo un dilema y será lo que tenga que ser, aunque creo que al final terminaré en Paraguay, estoy segura (ríe).

-¿Qué diferencia hay entre un paraguayo y un español?

-El paraguayo es una persona muy alegre, muy simpática…

-Los españoles también…

-Bueno… Hay mucha diferencia. Nosotros somos muy carismáticos, muy simpáticos. Hay una diferencia de diversión. También creo que el paraguayo es más tierno, más cercano que el español. Pero el español, entre los europeos, es el mejor, sin duda.

-Este sábado llega al Macayo el Avenida, un equipo casi imposible de ganar...

--Sí, es difícil, pero en el Macayo puede pasar cualquier cosa. Recuerdo que cuando juega en el Avenida nos costó mucho ganar en Cáceres, fuimos perdiendo hasta los minutos finales. Ellas están ahora en una dinámica muy buena, pero nosotras tenemos que seguir creciendo. Que todo lo que pase sea para crecer.