Con Leo Messi como jugador más destacado, y antes del amistoso que disputarán este miércoles en Roma en homenaje al papa Francisco, las selecciones de Argentina e Italia han sido recibidas este martes en el Vaticano por el propio Jorge Mario Bergoglio, el primer Pontífice latinoamericano de la historia. Tras visitar con el resto de sus compañeros del Barça los lugares más sagrados de Israel y Palestina, como el Muro de las Lamentaciones y la Basílica de Belén, el delantero azulgrana completa así el que sin duda ha sido su agosto más religioso.

Ante directivos y jugadores de ambos países, el Papa, exarzobispo de Buenos Aires, ha pedido que se elimine toda muestra de "discriminación" de los estadios y que, aunque el fútbol se ha convertido en un negocio, no se pierda nunca el carácter deportivo. "Será un poco difícil para mí animar a una o a otra [selección], pero por suerte es un amistoso. Y que sea verdaderamente así, os lo pido", ha dicho en la sala Clementina del palacio Apostólico.

Sí a la camadería, no al individualismo

"Vosotros, queridos jugadores, sois muy populares, la gente os sigue mucho, no solo cuando estáis sobre el terreno de juego, sino también fuera. Es una responsabilidad social", ha agregado el Pontífice, que ha subrayado que en el fútbol prima la "camaradería" y no hay lugar para el "individualismo", sino para la "coordinación del equipo".

Según Francisco, los valores de belleza, altruismo y compañerismo que se pueden ver en el juego de un equipo de fútbol "se encuentran resumidas en un término deportivo que no se debe abandonar jamás: 'aficionado', 'amateur'". "Es verdad que la organización nacional e internacional profesionaliza el deporte y tiene que ser así, pero esta dimensión profesional no debe dejar nunca a un lado la vocación inicial de un deportista o de un equipo, la de ser aficionado", ha insistido.

El Papa ha rogado a los jugadores que "antes de ser campeones" sean "siempre personas", con sus virtudes y sus defectos, con su corazón y sus ideas, con sus aspiraciones y sus problemas. Por ello, les ha instado a que, aunque sean "personajes" conocidos, no pierdan nunca su condición de "hombres portadores de humanidad", tanto en el deporte como en la vida.

No hará el saque de honor

Para acabar, ha pedido a los congregados que recen por él, para que pueda "jugar un partido honesto y valiente por el bien de todos" en el terreno de juego en el que le ha puesto Dios. Bergoglio es un gran aficionado al fútbol y un seguidor confeso del equipo argentino San Lorenzo de Almagro, por lo que se había especulado con la posibilidad de que fuera el encargado de hacer el saque de honor en encuentro de este miércoles, pero finalmente no acudirá al estadio Olímpico de Roma.

Jugadores, dirigentes y funcionarios de ambas federaciones --en total, más de 200 personas-- han recibido este martes sus bendiciones. La delegación argentina, a la que se han sumado dirigentes de clubs como el presidente del Boca Juniors, Daniel Angelici, y el vicepresidente del San Lorenzo, Marcelo Tinelli, ha entregado varios regalos al Papa, entre ellos una bandeja de plata y una réplica tallada en madera de la estatua de San Francisco de Asís que se encuentra en la sede de la federación en Buenos Aires. También le ha obsequiado con una camiseta de la selección albiceleste con el nombre de Francisco y firmada por todos los jugadores y el cuerpo técnico argentino.

Por su parte, la delegación italiana, país al que Bergoglio se siente muy cercano, le ha hecho entrega de camiseta del combinado 'azzurro' y un olivo, símbolo de vida, paz y sencillez, valores que se identifican con la orden franciscana.