"Te voy a pasar unas declaraciones de Piti en las que por favor me pide que destaques lo que dice de Moss". Ocurrió el domingo, tras la victoria del Cáceres 2016 en la pista de La Laguna. Al otro lado del teléfono, Jorge García, responsable de comunicación del club extremeño. Las palabras del entrenador sobre el pívot norteamericano poniendo de relieve su compromiso por jugar prácticamente lesionado ilustran la confirmación de que el jugador ha reconstruido su imagen tras una temporada en la que su rendimiento ha estado por debajo de lo esperado.

Moss y Hurtado llegaron a tener un desencuentro público mediada la primera vuelta, en el partido ante el Clínicas Rincón. Aquella discusión, que acabó con el jugador en el banquillo definitivamente por no obedecer una orden del técnico, fue seguramente su momento más bajo con la camiseta negra. Se llegó a pensar que no terminaría la temporada o que al menos sería sustituido provisionalmente. Varios problemas físicos --en el gemelo, en la rodilla...-- han lastrado su aportación, mostrando solamente flashes del center dominante que fue en Los Barrios la pasada campaña.

También hubo quien acusó a Moss de tener celos de Wayne Simien. Se presumía que iban a formar una pareja imparable bajo tableros, pero lo cierto es que muy pocas veces --la victoria de Burgos-- brillaron juntos. ¿Cuestión de egos? Sus personalidades fuera de la pista distan bastante.

La lesión de Simien y su posterior marcha a Estados Unidos dieron paso al mejor Moss, al reboteador insaciable y defensor agresivo con buena mano desde 4-5 metros e incluso la línea de tres puntos. Fue el líder en puntos y rebotes durante la racha de seis victorias seguidas.

Ahora vuelve a estar renqueante, pero demuestra que puede estar al mismo nivel de compromiso que cualquiera. Pronto se abrirá el debate sobre si debe continuar o no. A Hurtado no le desagrada la idea de renovarle: piensa que, si está bien físicamente, es un jugador importante en la LEB Oro. A Moss, con su carácter jovial, aunque algo cambiante según el día, se le ve cómodo. Lo suficiente como para jugar en malas condiciones.