No es fácil vivir un Barça-Madrid con la intensidad de quienes tienen la suerte de vivirlo en el estadio, pero irse al cine en familia o con amigos, aplicando punto por punto la liturgia del buen aficionado, para ver el gran partido del fútbol español, promete ser la mejor alternativa al Camp Nou o al Santiago Bernabéu.

"Es perfecto para venir con niños y la familia", relata David Palau, 38 años, de Sabadell, "la relación calidad-precio (8 euros para los adultos, 6 para los niños) parece estar bien y te ahorras la molestia de tener que ir a un bar con los críos".

La sala comienza a llenarse de público: sobre todo, de niños acompañados de sus padres o abuelos, pero también de parejas o grupos de amigos, picados por la curiosidad de ver un partido así en una sala de cine. "Nos ha costado mucho conseguir las entradas, pero queríamos probarlo. Creo que merece la pena", explica Víctor, treintañero de Castelldefels.

Pocos minutos antes de las siete, un personaje espera en el pasillo de la sala mientras come palomitas junto a su hijo adolescente. Observa la sala con interés. Es Jaume Roures, el padre de la idea, presidente de Mediapro, la productora que ha trasladado el fútbol a los cines. "Es un público muy familiar", observa, convencido de que la idea "tendrá continuidad" en el futuro.

Llega el descanso y la ceremonia futbolística no cesa. En el pasillo se ha instalado una mesa que ejerce de bar, pero hay quien prefiere traer el bocadillo de casa.

Ibrahimovic recibe aplausos cuando entra al campo, apenas iniciada la segunda mitad. Y la gente explota de alegría cuando el sueco marca el gol.

Era uno de los grandes protagonistas del reparto, según los carteles anunciadores. No es cine, es fútbol, pero la sala estalla de júbilo con el gol, saboreando ya un final feliz. No hay títulos de crédito, sino el pitido final. Casi, casi, como verlo en el campo. ´The end´.