Escribo estas líneas sin conocer aún el resultado definitivo de las elecciones a los 50 miembros de la Asamblea General que el próximo 15 de julio --si no hay más problemas, que no los descarto-- decidirán el nombre del presidente de la Federación Extremeña de Fútbol. Tras un año y medio de larga y tortuosa experiencia periodística y personal en esta pesadilla, me voy a permitir la licencia de pedir a quien salga elegido, pero también a quien no lo sea, así como a sus respectivos partidarios, una serie de cosas por el bien general de todos.

Dada la caótica situación en la que está inmerso el fútbol regional, me encantaría que todos pusieran de su parte para arreglar los sucesivos problemas. Federativos, árbitros, entrenadores, futbolistas... todos deben remar en la misma dirección. Los sucesivos episodios han dejado retratados a más de uno en todas las candidaturas presentadas, y los intereses personales han sido inequívocamente los que han primado. Es el tiempo de los valientes, pero del diálogo, de la transparencia y de la limpieza. Es el momento de la unión. Es el momento de remar todos en la misma dirección en una nave que se va a pique y que está ahora varada en un puerto perdido. Si esto no se puede conseguir, el fútbol extremeño naufragará definitivamente. Y para eso hace falta abandonar las aguas pantanosas.