Llega el gran clásico del fútbol español. A las 21.00 horas, Barcelona y Real Madrid se medirán en un partido emocionante y teóricamente igualado al máximo que puede marcar el desarrollo futuro de esta Liga.

Ayer fue el momento de los dos entrenadores. Pep Guardiola lanzó uno de esos mensajes que están por encima de ganar o perder. "Mourinho sabe que vamos a salir a atacarles. Seremos lo que somos: el Barça", proclamó. "Iremos a por ellos", dijo el técnico, en una frase que repite en momentos delicados. Su adversario en el banquillo blanco, Jose Mourinho, echó un vistazo al pasado para recordar que los arbitrajes de Iturralde González tienden a favorecer al Barça. Y, con cierta sorpresa, intentó quitarle peso específico a lo que ocurra sobre el césped. "Es un partido importante pero no decisivo", afirmó. Guardiola, por una vez, estuvo de acuerdo con su homólogo.

Poco o nada más tienen en común, más allá de haber convivido cinco años en el Barça, cuando Guardiola era jugador y Mourinho hacía sus primeros méritos como técnico ayudante de Robson y Van Gaal. Los dos saben cuál es el guión que querrá seguir el Barça: atacar. Los dos saben cuál es el estilo que favorece al Real Madrid, sobre todo tras el aterrizaje del portugués: el contrataque.

HALAGOS AL RIVAL Fiel a su costumbre, Guardiola se prodigó en elogios al rival. No le regateó ninguno. Ni a Mourinho ni al Madrid. "Un equipo espectacular", fue su definición tras explicar que había visto "sosegadamente" los vídeos de sus últimos encuentros. El entrenador del Barça negó que hubiera retrasado el entrenamiento y su comparecencia ante los periodistas para conocer el contenido de las declaraciones de Mourinho. Lo hizo para evitar "el follón" de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí con los partidos del fútbol base y para que sus hombres pudieran votar en las elecciones catalanas.

Pero Guardiola pretendía, también, situar el clásico en el terreno futbolístico. "Estoy más orgulloso de muchas más cosas que de haber ganado cuatro veces seguidas al Madrid", afirmó. Entre ellas, de "mantener y no romper un legado de 20 años", en alusión al estilo de juego que implantaron Cruyff y Rexach. "Mi mayor orgullo es la admiración que generamos por nuestro juego y nuestro comportamiento", dijo.

MAS ADRENALINA Menos filosófico, mucho más pragmático, Mourinho no apeló a estilos ni tradiciones. Su ambición empieza y acaba en los tres puntos de los 90 minutos. No pretende nada más que sumar victorias y victorias. Hoy alineará al equipo que el madridismo recita de memoria. Solo echa en falta, en su primera visita con el Madrid al Camp Nou, que el duelo no sea de Champions .

"Es imposible comparar mi adrenalina ahora con la de aquella cita en la que un equipo sigue adelante y el otro sigue viendo el torneo por la tele. Eso ya me pasó con Chelsea y Inter. Nadie se irá a casa a llorar, aunque al final alguno no quedará contento con el resultado", declaró Mourinho, evocando el mal trago que hizo pasar a la hinchada culé. Mientras, Guardiola consideraba "un honor" y "un privilegio" participar en el clásico y sentirse partícipe de un espectáculo con una audiencia potencial de 400 millones de personas.

La misma discrepancia exhibieron, a distancia, al referirse al árbitro, un factor que Mourinho azuza. No dejó escapar la oportunidad, ayer, de recordar la "felicidad" del Barça con Iturralde González. Esa felicidad se limita a dos clásicos ganados por los azulgranas por 3-0 (98-99) y 0-3 (2005-06). "No tengo nada que decir", alegó Guardiola.

"Mientras sea el entrenador, el estilo del Barça no cambiará jamás", afirmó Guardiola, en una declaración de intenciones que va más allá del clásico de esta noche. "Si está contento y se siente a gusto con este estilo, fantástico. Será un hombre muy feliz", dijo Mourinho, quien expresó su deseo de que, al final del encuentro se hable de fútbol.

AUTOBUS APEDREADO Unos 2.000 aficionados recibieron al Real Madrid en el aeropuerto de El Prat, desde donde se trasladaron al hotel situado en la calle Diagonal. Al llegar, un pequeño grupo de radicales apedrearon el autobús del Real Madrid y rompieron una luna del bus, según recoge Efe.