El abatimiento en Toronto por la marcha de Kawhi Leonard ha durado poco. Se fue a los Clippers este verano el tipo sobre cuyos lomos los Raptors cabalgaron hacia el primer título de la NBA de su historia. Había motivos para el desánimo. El equipo de Marc Gasol parecía condenado a un regreso a la mediocridad. Pero el rescate ha llegado de Paskal Siakam, camerunés de 2,08 metros, inesperado salvador de los sueños canadienses y nueva superestrella del campeonato. Si existiera un ránking de jugadores menos predestinados al éxito en el baloncesto mundial, Siakam podría perfectamente subirse a lo más alto de ese podio.

Ni la más salvaje de las expectativas de Toronto podía imaginar un crecimiento tan abrumador. El suyo es un progreso meteórico. Hasta los 18 años no supo lo que era jugar al baloncesto organizado. Todo un diamante oculto hasta la adolescencia en un monasterio católico de Camerún, ajeno a cualquier deporte que no fuera el fútbol.

Pero algo innato tenía en sus genes porque tres de sus hermanos encontraron beca en universidades de EEUU gracias a la canasta y él pilló el truco enseguida, inicialmente sin tutores, y pudo encontrar acomodo en Nuevo México, que no es Duke o UCLA precisamente, pero el salto estaba hecho.

A LA SOMBRA DE KAWHI

Siakam, 25 años y número 27 del draft, ya fue premiado la temporada pasada como jugador con mejor progresión de la NBA a la sombra de Kawhi. Se sospecha que puede ganar la distinción de nuevo, algo inédito en la NBA. Dos estirones en dos años. El segundo, el de ahora, por pasar de escudero a jugador franquicia.

Siakam, 25 años y número 27 del draft, ejecutando un mate ante los Rockets. / AFP

En verano los Raptors hicieron una valiente apuesta por Siakam al extenderle un contrato de 130 millones por cuatro años. Y él, estimulado por la ausencia de Kawhi, ha asumido el protagonismo ofensivo de Toronto, con un promedio de 25 puntos por partido, y manteniendo al equipo en los puestos de cabeza de la conferencia Este. De paso, realza la estirpe del jugador africano en la NBA, a la que pertenecen Embiid o Ibaka.

Siakam ha aprovechado la libertad creativa que le ha concedido su entrenador. Me deja ser yo mismo, ha asegurado el alero, cuyo éxito se ha cimentado, a decir de quienes han seguido de cerca su carrera, por un espíritu de superación acerado y una confianza en sí mismo colosal. Es rápido y es ágil, ofrece buenas prestaciones defensivas y ha mejorado un tiro inicialmente mediocre hasta elevarlo al nivel de los mejores. Toronto se ha entregado a su determinación. ¿Quién se lo iba a decir cuando vivía una vida sencilla y casi estoica en un monasterio del centro de Camerún?