La vida de un deportista es un sucesivo encadenamiento de objetivos, uno tras otro, si puede ser, cada vez mayores y más ambiciosos, dentro de las posibilidades y limitaciones del mismo. La vida es igual aunque más rica y compleja, ya que tenemos que combinar y jugar con objetivos profesionales, sociales, familiares, académicos y, a veces, también con los deportivos.

El sábado cumplimos con creces en Oslo consiguiendo el título europeo de 10.000 metros por selecciones para España y el domingo, unas de horas después de aterrizar en Madrid, corría bajo una gran tormenta por el Retiro, calado hasta los huesos pero disfrutando y pensando, ilusionado, en los próximos tres meses de duro entrenamiento hasta el mundial de maratón en Corea.

Esos tres meses serán la recta final, por supuesto, hasta ese objetivo del 4 de septiembre, un punto y seguido. Una recta final corta o larga, según se mire, larga quizás cuando pienso en los más de 2000km de entrenamiento, más de 120 sesiones de entrenamiento en poco más de 90 días que faltan para la cita. Puede que corto, sin embargo, si comparamos con los casi 7.000km anuales de entrenamiento o los más de 20 años que han pasado desde que di mis primeros pasos en una pista de atletismo en Almendralejo.

En el fondo, como esta columna, lo importante será que esos pequeños pasos sucesivos nos lleven al momento culmen, que cada semana con estas pequeñas reflexiones y comentarios os haga llegar mi idea sobre el deporte y lo que significa para mí.

Por cierto, a nuestra maratoniana María Elena Espeso, hospitalizada en Hamburgo tras la maratón por la infección con E.coli, ya le han dado el alta y está en España. Seguro que pensando en su próxima maratón, en cumplir su sueño olímpico- como yo.