Tal y como leisteis ayer, ha sido un fin de semana con partido en casa y sabéis lo que eso significa ¿no? ¡Victoria segura y megadesayuno en el Neptuno! Jeje. Igual que con la pocha, jugar conmigo significa victoria segura, pero de otro compañero, no mía… jajaja.

En mi defensa he decir que este año el patrocinio de las partidas me estaba saliendo mucho más barato que otros, en los que me convertí en el patrocinador principal de las partidas. Tenía el monopolio de la famosa «U televisiva», teniéndola repleta de publicidad con «Parex S.L.» o mi empresa de mensajería y reparto «Parex-Lo quien pueda». Era un chollo jugar conmigo, pero ya no, os lo aseguro.

Mientras estoy frente al ordenador pensando en cómo escribir esta columna, sin saber muy bien de lo que hablar, acaba de aparecer una foto Mykonos en la televisión y me ha hecho recordar una de las veces que estuve en Grecia. La primera vez fui a Rodas a jugar el Europeo sub-20, pero como siempre digo, eso es algo de lo que hablaremos en futuras columnas… Hoy os voy a contar el día que estuvimos Cristina y yo viendo al Anadolu Efes de mi amigo Jayson Granger en El Pireo, en el Pabellón de la paz y la amistad de Atenas, donde juega el Olimpiacos.

Para mí, la temporada 2016-2017 fue un poco más corta de lo previsto: cuatro jornadas antes de que acabase la liga regular, frente al Barcelona hice una entrada en contraataque y recibí un golpe por detrás de Víctor Sada en un intento para taponarme, dando una vuelta en el aire como un muñeco y cayendo de cabeza al suelo… Perdí el conocimiento, me dieron puntos en la ceja y además tenía muchísimo dolor en las muñecas. Todo eso hizo que ya no pudiera volver a jugar. Menos mal que ya estábamos salvados.

Pese a ello, quise viajar y estar con el equipo en el último partido en Huesca. Al volver, Cristina me estaba esperando con las maletas hechas y lista para salir. Afortunadamente llegamos a tiempo, y después de disfrutar un par de días una ciudad preciosa, fuimos a ver el quinto partido de los playoffs de Euroliga entre Olimpiacos y Anadolu Efes.

Es curioso que el pabellón se llame «de la paz y la amistad», ya que lo que te encuentras dentro no tiene nada que ver con eso. Más bien debería llamarse «El infierno de Atenas». Es algo indescriptible, hay que vivirlo para poder contarlo. Nunca había estado en un ambiente parecido. La afición desde los alrededores ya está calentando el ambiente con cánticos, pancartas y bengalas... que también tienen dentro.

Obviamente íbamos con Jay y queríamos que ganaran para poder jugar la Final Four, pero una parte de nosotros nos pedía que no animáramos por miedo… y además no parábamos de hacernos la siguiente pregunta: «¿si ganan, cómo vamos a salir de aquí?». Fue un partido muy igualado y terminaron perdiendo, saliendo Spanoulis a bailar en el último cuarto para cerrar el partido, ¡qué jugadorazo!

También aprovechamos para visitar Atenas, que nos ‘pateamos’ enterita en un día completo. Subimos al Partenón y creo que hicimos 25 kilómetros…

#YoMeQuedoEnCasa viajando por el mundo hasta el 9 de mayo… de momento.