Japón fue, casi sin querer, el gran premio más agitado de la temporada. Y eso que nadie quería arriesgarse a la radioactividad de la zona. Pues bien, ahí, en Motegi, ante solo 34.096 espectadores, que expresaron su agradecimiento a los pilotos por correr allí, se produjeron tres carreras animadas de las que los tres campeonatos salieron vivitos y coleando. Por fin, el francés Johann Zarco, eterno segundón de 125cc, eterno Poulidor de la categoría, le ganó a Nico Terol. Por fin, el italiano Andrea Iannone sentó la cabeza y protagonizó un auténtico carrerón con el que superó al mismísimo Marc Márquez. Y, por fin, no ganó Casey Stoner sino un habilidoso, veloz, oportunista y constante Dani Pedrosa, que, sin querer, le echó una mano a su nuevo amigo, Jorge Lorenzo, que siendo segundo, por delante del australiano, le arañó cuatro puntos al indomable líder del Mundial de MotoGP.

La matinal, casi madrugada en España, arrancó con percance. A Maverick Viñales, cuarto en la parrilla de 125cc, se le rompió la cadena de su Aprilia en la vuelta de formación y tuvo que salir el último (36º). Poca cosa para él, que al término de las 20 vueltas cruzó la meta en cuarta posición. Nueva proeza al canto. "Si me dan dos vueltas más, pasó a Faubel y me subo al podio", dijo.

La carrera de 125cc no tuvo demasiada historia. No esta vez. Zarco, que acertó el neumático trasero más que Terol, acabó imponiéndose al líder del campeonato, que decidió sacar la calculadora y no arriesgar. Terol podría ser campeón en Australia (debe ganar y que Zarco no puntúe), pero la carambola se antoja imposible.

MARQUEZ, OTRO QUE CALCULA Luego salieron los más ruidosos, numerosos y atrevidos, los chicos de Moto2, el parvulario de MotoGP. Y ahí, de nuevo, Márquez se puso al mando de las operaciones, pero esta vez con un compañero de viaje peligroso, tan agresivo como él, Iannone. Mientras Bradl, que partía desde una discreta octava posición, se complicaba la vida con Thomas Luthi, Simone Corsi y Alex de Angelis, el de Cervera se limitaba a tantear las posibilidades de éxito en un trazado para el que no había logrado la mejor puesta a punto.

Cuando el jefe Emilio Alzamora vio que Luthi se desayunaba a Bradl y el alemán tenía imposible el podio, le mostró la pizarra "P2 OK". Y Márquez, que si algo tiene es que es muy obediente, desistió, como Terol, de perder 20 puntos por sumar otra victoria.

Y, luego, el gran festival. La carrera del caos. El circo de MotoGP. Fijénse si ocurrieron cosas. Andrea Dovizioso, que en Motegi estaba para ganar, y Marco Simoncelli se saltaron el semáforo y fueron sancionados con un paso por los boxes . Valentino Rossi chocó con Jorge Lorenzo en la segunda curva del circuito y se fue al suelo, él, que también soñaba con el podio. Casey Stoner se quedó sin frenos, al menos momentáneamente, cuando se escapaba ya hacia su novena victoria y fue superado por un montón de pilotos. Alvaro Bautista se cayó cuando era cuarto y perseguía el mejor resultado de su vida. Toni Elías, idem de idem, cuando era sexto en su mejor GP del año. Y, lo peor, Héctor Barberá sufrió una caída, que le produjo la fractura de su clavícula derecha.

Antes, durante y después de todo eso, Pedrosa, que, con la honradez que le caracteriza, reconoció "no tener el ritmo de Dovi y Stoner", se vio liderando el GP con Lorenzo pegadito a él. Y como él pilotaba una Honda se escapó. Y ganó a lo campeón. Solo Lorenzo le plantó cara.