Si el partido Real Madrid-Barcelona de hoy se tratase de un combate de boxeo, el ´speaker´ de turno llegaría hasta el círculo central con su aseado esmoquin y su pajarita para la ocasión y vendrían a esgrimir una perorata parecida a esta.

"Buenas tardes señoras y señores, estamos en el estadio Santiago Bernabéu, trigésima cuarta jornada de Liga- A su derecha, el Madrid, el pegador empedernido, el campeón en ejercicio, el equipo que nunca se rinde, el de las remontadas imposibles, de las reacciones extremas. El especialista en ganar Ligas perdidas, el equipo al que no terminas de ganar hasta un buen rato después de que el árbitro señale el final del partido, el once que piensa que a estas alturas de la competición no hay mejor ataque que una buena defensa que te permita tener opciones de supervivencia hasta el último segundo del último minuto de la prolongación.

En el banquillo... Juande Ramos, la calculadora hecha entrenador de fútbol. El hombre que tras perder en el Camp Nou solo sabe sumar de tres en tres con la obligada excepción que confirma la regla --empate en el Bernabéu ante el Atlético-- y que no quiere ser menos que Capello y Schuster que también ganaron sus Ligas en galopadas desde atrás- Aunque luego también le despidan. Y a su izquierda-, no hay confusión posible, el Barcelona, el fino estilista, el líder incombustible que llega con cuatro puntos de ventaja.

El equipo que aspira a ganar lo nunca hecho en la historia del fútbol español, Liga, Champions y Copa desde una apuesta por el juego combinativo, el buen fútbol, el toque, la posesión, las circulaciones largas.

Y en su banquillo... Pep Guardiola, el hombre nacido para ocupar el lugar en el que precisamente ahora está después de haber hecho, con el cuatro a la espalda, desde el centro geométrico del campo, un curso acelerado de compromiso con un estilo de fútbol que en Can Barça no solo no tiene ninguna discusión, sino que no se entendería otra alternativa que no se le pareciese- El hombre que no quiere hablar de los árbitros pero que habla de ellos porque sabe que en el mundo del fútbol, en la Liga, en la Copa y en la Champions, el que no llora no mama y el que no mama es un gil...".