El Plasencia Galco se complica más las existencias tras la derrota cosechada ayer en su propia pista y debe mantenerse alerta para no dejarse soprender por los inquilinos de los puestos de peligro. Y es que los de Dani García no fueron capaces de derrotar a un equipo que había perdido siete partidos consecutivos. La amenaza que rondaba por encima de las cabezas del técnico Andreu Casadevalls y de alguno de sus jugadores pudo frente a las esperanzas placentinas. Con este resultado, el Plasencia cierra una semana para olvidar tras la doble derrota ante conjuntos catalanes. Hospitalet, el miércoles, y Plus Pujol Lleida, ayer, fueron los verdugos de los placentinos.

Curiosamente, el próximo enfrentamiento del Plasencia será ante otro cuadro de Cataluña, el Tarragona. Será el próximo fin de semana y de nuevo en casa.

El 74-79 con el que acabó el partido fue algo engañoso, dada que la superioridad de los ilerdenses fue mayor, con ventajas que alcanzaron los 16 puntos y que durante muchos minutos estuvieron por encima de los 10 puntos.

De nuevo, el hándicap de la acumulación de faltas de los hombres interiores, Hakeem Ward y Mario García, pasaron factura. Sidney Santana tuvo que entrar en la rotación, a pesar de que no es uno de los habituales.

En el Lleida brilló la dinámica dirección de Sabat, junto al poderoso juego interior, que fue claro dueño de los rebotes en defensa. En lo que a los números se refiere, el dúo Urtasun-Whorton obtuvieron 22 y 20 puntos respectivamente en sus casilleros.

El Plasencia tuvo que subsistir con los puntos de Poag, que otra vez rondó la veintena (19) y el liderazgo de Rodrigo San Miguel, que aunque no tuvo su mejor tarde de cara al aro estuvo muy incisivo en el resto de facetas.

DISTANCIAS MINIMAS El primer cuarto resultó muy igualado, con pocos puntos y no muy vistoso en realidad. Los primeros diez minutos terminaron con igualdad (16-16). Ya en el segundo cuarto, los ilerdenses empezaron a dar buena cuenta de los placentinos alcanzando pequeñas rentas que nunca llegaron a los diez puntos, pero que sí resultaban amenazantes (20-28).

Pero el verdadero cataclismo iba a llegar después del descanso. Las diferencias se dispararon y la victoria comenzó a alejarse realmente. 36-52 (min. 25) describía el electrónico.

En el último acto, los de Dani García hicieron el último esfuerzo con más corazón que cabeza y consiguieron acercarse, pero nunca llegaron a luchar por el partido. Un triple de Lledó al final sirvió para decorar.