No es nada habitual tener dos penaltis en un partido. Tampoco lo es que sean forzados por los centrales de un equipo en vez de por delanteros. Y menos normal resulta aún que los dos lanzamientos sean detenidos por el portero. Al Barça de Koeman le pasó todo eso en una noche agónica en Cornellà, que estuvo a punto de costarle un serio disgusto viéndose fuera de la Copa por tanta ineficacia desde los 11 metros. Un arte, el de tirar penaltis, que no dominan los azulgranas, provocando la irritación pública de su entrenador.

Nada habitual es que Koeman, a pesar de que siempre proyecta transparencia y contundencia en sus palabras, eleve el tono de voz para denunciar esa pena máxima que ahoga al Barça. Una condena por la que han ido desfilando varios jugadores, empezando por el propio Messi, el más eficaz, eso sí. Ha marcado el capitán cinco de los seis penaltis que ha tirado. A partir de ahí, la lista de jugadores desafortunados no para de aumentar.

Por causas desconocidas

En Cornellà se llegó, además, al caso más extremo. Dos penaltis, ambos provocados por defensas (el primero sobre Araujo; el segundo, sobre Lenglet), dos futbolistas distintos, dos fallos. Y Koeman estalló. "Tenemos jugadores que pueden marcar de penalti", argumentó el técnico apelando a la calidad y, sobre todo, el carácter que deben tener para resolver esas acciones. "No sé de verdad que es lo qué puede pasar", añadió desconcertado.

No hay explicación futbolística argumentada. Pjanic lo tiró a la derecha. Tal y como hacía en su etapa con la Juventus. Pero Ramón Juan empezó a construir su inolvidable noche con una gran intervención.

Dembélé lanzó mansamente al centro donde le aguardaba el astuto meta de Sant Cugat, con su pie derecho. "Fallamos demasiado últimamente. No se pueden fallar dos penaltis siendo jugadores del Barcelona, esto no es serio", clamó el técnico, cansado de ver como Griezmann (Betis), Messi (Valencia), Braithwaite (Eibar) prologaban el camino de la terrible noche copera en la que Pjanic y Dembélé ase unían a esa lista negra.

El 'caso Griezmann'

Llegado a este punto, el Barça tiene un serio problema con el penalti. Tan serio que Koeman, todo un especialista, capaz de firmar en su etapa azulgrana un porcentaje de acierto del 88,8% (tiró 63 y logró 56 goles), sigue sin dar con la solución.

A cada lanzamiento va perdiendo un futbolista. Algunos, como es el caso de Griezmann, ya dejaron de levantar la mano para tirarlos desde que Claudio Bravo detuvo su penalti en el Camp Nou a inicios de noviembre pasado. Desde entonces, el francés solo ha vuelto a tirar otro, en la tanda de la semifinal de la Supercopa de España contra la Real Sociedad, que se fue a las nubes.

En Cornellà, y aunque estaba en el campo, no se vio a Griezmann pedir el balón, sumergido como anda desde hace tiempo en una crisis de confianza desde los 11 metros. Pjanic, sí lo hizo. Dembélé, también. Con idéntico negativo resultado, destapando la necesidad que tiene el Barça de encontrar un especialista, más allá de la figura de Messi, que tampoco estará en Elche, donde cumplirá su segundo partido de sanción por la expulsión de la Supercopa. Si mañana hay un penalti, ¿quién lo tirará?