No pasó casi nada, pero pudo pasar mucho. El día después del Cacereño-Badajoz no despertó especiales pasiones en relación al resultado, que deja a los locales mirando al abismo y a los visitantes cerca de la gloria, y sí sobre los incidentes del inicio del encuentro entre los aficionados radicales de los clubs. Todo ello fue objeto de comentario, con un denominador común: los sucesos estuvieron cerca de causar una tragedia.

"Ahí no había ni seis policías, entre locales y nacionales", dice un aficionado cacereño, aún con el susto en el cuerpo. "La presencia policial era claramente insuficiente", añade otro. Noventa kilómetros al sur, en Badajoz, hablan en los mismos términos sobre la escasez de efectivos policiales en las gradas.

"No entiendo cómo no se puede prever esto en un derbi", asegura uno de los peñistas de Los Castúos, aún consternado por lo sucedido, y que, sin embargo, culpa al "caldo de cultivo" que se ha generado entre los jóvenes seguidores, con sus constantes proclamas hacia la violencia, en la raíz de los incidentes.

Testigos presenciales afirman que tanto cacereños como pacenses tienen idéntica responsabilidad en los incidentes, aunque en el lado local dicen que lo que encendió la mecha fue el lanzamiento de piedras desde el exterior del estadio de los radicales del Infierno Pacense . Al mismo tiempo, desde Badajoz aseguran que la provocación fue no sólo cacereña, sino de Mérida y Navalmoral, ya que radicales del Moralo y el propio Mérida, con los que los verdes están hermanados, llegaron a Cáceres.

PANICO Los momentos de pánico fueron evidentes. Una de las piedras de enorme tamaño lanzadas rozó a un aficionado cacereño, el que precisamente reflejaba este diario en su portada de ayer. "Estuvo a punto de darle, y le pudo haber matado", dijo ayer su madre. Este diario puede dar fe, como se incluía en el pie de fotografía, que el seguidor verde únicamente mostraba la piedra recogida del suelo.

El Cacereño y el Badajoz lamentaron ayer los sucesos. El director general verde, José Ignacio Aguinaga, se quejó del destrozo que se había producido en los servicios de preferencia, "que han quedado destruidos" y que estaban situados junto a los hinchas del Badajoz, al tiempo que no culpó de los hechos a la escasez de las dotaciones policiales, sino a la simple "mecha" que se prendió con los insultos.

La Policía Municipal de Cáceres, en su parte de sucesos, y el propio árbitro de la contienda dieron sus respectivas versiones. Mientras el colegiado refiere en el acta que tuvo que paralizar el partido por la invasión de campo de los que se protegían, la Policía dice: "se produjeron lanzamientos de piedras desde el exterior del estadio hacia el interior, alcanzando a varias personas que tuvieron que ser atendidas por la Cruz Roja. Al final del partido, fue necesario intervenir nuevamente con estos grupos, consiguiendo los agentes alejarlos sin que se produjesen enfrentamientos personales, únicamente insultos y amenazas".