Viendo ayer a los jugadores de España aprovechando una soleada mañana en Tokio para pasear con la familia o hacer las últimas compras en los abarrotados centros comerciales, nadie diría que la selección tiene hoy ante sí la oportunidad de colarse en la final de un Mundial. Pero así es. Hoy es el día D para el baloncesto español. La selección tiene una cita con la historia, dispuesta a mejorar el cuarto puesto de Cali-82 y a apropiarse de una de las tres medallas que tiene al alcance de la mano.

España se enfrenta a Argentina (12.30 horas, La Sexta), la campeona olímpica y subcampeona mundial, en la segunda semifinal del torneo con la ilusión de hacer realidad un sueño que todos albergaban antes de salir de Madrid, aunque nadie se atrevía a pregonar: luchar por el oro.

Será un duelo de gigantes. Un pulso entre dos equipos que llegan con una trayectoria impecable (siete victorias y ninguna derrota), después de haber arrollado a sus rivales en los cuartos de final y con suficientes recursos en el banquillo (Gasol, Navarro, el extremeño Calderón, Garbajosa, por un lado; Ginóbili, Nocioni, Scola y Oberto, por otro) para inclinarlo a su favor.

LOS ANGELES-84 Argentina se ha acostumbrado a pelear por el podio. En caso de ganar, sería su tercera final consecutiva en un gran cita, después de Indianápolis 2002 y los Juegos de Atenas del 2004. Para España resulta mucho menos habitual una situación así. La última fue hace 22 años, en los Juegos Olímpicos de Los Angeles-84, y media España trasnochó por ver al equipo de Antonio Díaz Miguel. Aquella selección superó a Yugoslavia en la semifinal y jugó la final ante Estados Unidos.

Pepu Hernández no ha modificado en nada la rutina de sus jugadores. "Intentaremos imponer nuestro estilo. Nos interesa correr porque así tendremos más posibilidades, aunque espero un partido igualado", comentó ayer, tras el entrenamiento de España, que tuvo como tema de conversación un terremoto de intensidad 4,8 en la escala de Richter, producido sobre las cinco de la tarde cerca de Tokio, sin consecuencias.

Después de haber dejado constancia de su potencial, españoles y argentinos han cuidado los pequeños detalles, como elogiar el juego del rival y colgarle la etiqueta de favorito, por si aún puede traspasarse un poco de presión. "Los favoritos son ellos. Son el rival a batir --explicó ayer Luis Scola, pieza clave en Argentina--. Están haciendo el mejor baloncesto del campeonato". Rudy Fernández, alero del DKV Joventut, no tardó en contestar: "Nos están dando favoritos para quitarse la presión de encima, pero son ellos los que han logrado títulos", argumentó.

Hay una sensación generalizada en los jugadores de los dos equipos de que será una semifinal muy dura, con un papel relevante de las defensas. "Ellos han mejorado y se sienten cada vez más equipo", dijo Pepu Hernández, que augura un partido reñido. "Cuando se enfrentan dos de los mejores equipos del mundo el que cometa menos errores ganará y esperamos ser nosotros", apuntó ayer Sergio Hernández, el preparador argentino.

Al ganador le espera el vencedor del Grecia-Estados Unidos (9.30 horas, La Sexta). Los norteamericanos son favoritos, pero no deben confiarse ante el pausado ritmo del campeón europeo.