Dicen que lo peor en estos casos es la cara que se te queda. Y no nos referimos, claro está, al escaparate de felicidad y euforia con el que la afición zafrense despidió a sus jugadores. Es más bien por lo que se adivinaba en los rostros del millar largo de seguidores del Extremadura que ocuparon buena parte del graderío del estadio segedano. La historia se repetía, les habían vuelto a pagar con la misma moneda. Como a Jerez de los Caballeros hace dos campañas. Fueron a ver ganar a su equipo y regresaron casi avergonzados. Y la película de ayer casi tuvo peor final. Tras tener el caramelo en la boca un buen rato, se lo quitaron para dárselo, con todo merecimiento por la fe, a la hinchada local.

Fue casi lo único negativo y con toda seguridad lo más perverso desde el prisma almendralejense. El resto fueron buenos modos, cordialidad y ese hermanamiento que siempre tiene en la boca Santiago Barrigón. El presidente del Díter, que al final estaba radiante y calificaba lo sucedido de "espeluznante", fue el anfitrión ayer junto a su directiva y su afición. Hubo comida oficial, a la que asistieron, además de Barrigón, su vicepresidente Juan Caballero, su homónimo en el Extremadura, Pedro Nieto, y los consejeros de éste Ramón Ruiz y Juan de Dios Rayo, y el consejero de Economía de la Junta de Extremadura Manuel Amigo, que luego presidiría el palco.

Los dos equipos saltaron al césped del Nuevo Estadio segedano portando la bandera de Extremadura y mientras se oía el himno de la región, excelente detalle de buen gusto. Todo fue cordialidad y lo que ahora se denomina buen rollo y hasta en la grada, más allá de algún becerro hubo hermandad aunque cada uno apoyaba a su equipo.

Eso sí, la impresionante hilera de vehículos, sobre todo hasta el cruce de Los Santos, que llevaban de vuelta a los aficionados almendralejenses fue un poema.