Es un personaje controvertido, de los que, desde luego, no genera unanimidad alguna en la opinión, pese a unos resultados económicos y deportivos difícilmente incontestables. Es, a falta de José Manuel Calderón, la única cara extremeña del nuevo éxito de la selección: el presidente de la Federación Española de Baloncesto (FEB), José Luis Sáez (Badajoz, 1960).

Algunos piensan que Sáez es andaluz. De hecho, muchos le llaman, no sin mala intención, el señorito andaluz . Su acento, algunos detalles y hasta ese pelo engominado hacia atrás refuerzan esa impresión. Vivió en la capital pacense hasta los 11 años y después se trasladó con su familia a Sevilla, donde ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria en el baloncesto.

Sin embargo, él nunca ha renunciado a su nacionalidad extremeña y ha alardeado de ella cada vez que ha podido, sobre todo cuando ha visitado la región, como cuando recibió la Medalla de Extremadura en el año 2008.

Ha sido jugador, entrenador y directivo: desde la presidencia de la Federación Andaluza, en 1992, hasta la de la Española desde el 2004. Licenciado en Derecho, es más bien, como le gusta decir, "un profesional de esto", es decir, del baloncesto.

Desgaste de imagen

En él se conjugan dos aspectos contrapuestos: una gestión caracterizada por la eficacia en lo administrativo y los éxitos en la cancha --a todos los niveles, no solo de la selección masculina absoluta-- y unas decisiones y modos bastante impopulares, como la destitución de Pepu Hernández en el 2008. La marcha por motivos más bien de incompatibilidad personal (con él, claro) del seleccionador que ganó el Mundial de Japón-2006 supuso un indudable desgaste de imagen para Sáez, que desde entonces ha afinado al máximo eligiendo primero a Aíto García Reneses --plata en Pekín-2008-- y luego a Sergio Scariolo, oro ayer tras un comienzo de torneo lleno de críticas.

Todo sea por mantener arriba a la mejor generación de la historia del basket español, que parece sentirse cómoda bajo el manto protector de la Federación Española, que se ha convertido en una gran industria. Mientras en otros países las estrellas desertan a la hora de las convocatorias, en España no ocurre lo mismo. Las marcas Eñemanía y ÑBA , aparte de ofrecer apetitosos rendimientos económicos gracias a los patrocinadores a los jugadores, han creado un fortísimo vínculo entre equipo y afición.

Eso ya se pudo comprobar in situ en Extremadura en verano del año pasado, cuando la selección arrastró a auténticas multitudes en sus partidos amistosos en Extremadura ante Portugal, en Badajoz, y Rusia, en Cáceres. Además de un elevado canon pagado por la Junta, hay que ver la mano de Pepe Sáez para que la gira arrancase en su región de nacimiento, a la que también han llegado otros eventos como partidos de la selección femenina, las finales a cuatro de la LEB 07-08 o varios campeonatos de España de categorías inferiores.

Hasta ofreció a la región acoger una subsede del Mundial del 2014, pero los requisitos eran demasiado exigentes. La conexión con el presidente de la Federación Extremeña, Jesús Luis Blanco, que está en su directiva, está muy bien apuntalada.

Indiferente a las críticas

Sáez no cae bien en algunos medios. En la Cope le han fustigado incluso por su afición a los buenos restaurantes. A otros los tiene muy de su parte. "Lo hemos pasado muy mal", decía hace unos días, cuando la selección española consiguió superar la crisis de identidad que le caracterizó durante los primeros partidos del Eurobasket. En esos momentos prefirió apelar a la calma y repitió varias veces que los balances había que hacerlos al final, que se debía confiar en un grupo de jugadores que se ha demostrado que es absolutamente mágico. El tiempo parece haberle dado, una vez más, la razón.