Son la siete de la tarde. Marta Bote (Arroyomolinos, 1996) sale de la biblioteca con destino a las pistas de atletismo, donde le esperan dos horas de entrenamiento. Después, a casa, a descansar un poco y, si es necesario, dar un último repaso. El final del curso (1º de Bachillerato) está cerca y no se puede dejar nada al azar. Lo terminará el 11 de junio. Después pondrá sus cinco sentidos en el Mundial de Atletismo Juvenil, que del 10 al 14 de julio se disputa en Donetsk (Ucrania).

Marta, que compite en la prueba de 2.000 metros obstáculos, se ganó el derecho a asistir al Mundial el pasado sábado, cuando logró detener el crono en 6.55.95. Era su cuarto intento. En los otros tres, en Teruel, Cáceres y Alcorcón, se había quedado cerca, aunque no acababa de alcanzar el que era el objetivo de su temporada. Toda la planificación de la joven del Emérita Atlética estaba encaminada a ese reto. Pero el sábado, en Sevilla, contó con la ayuda de la absoluta Raquel Gómez, que hizo de liebre y tiró de Marta hasta el final.

"Las otras veces había corrido sola", cuenta Marta, que rememora su primera impresión: "No me lo creía, había peleado por esto mucho tiempo y en abril, cuando me hice un esguince, pensé que no podría conseguirlo".

Marta, u 'Otra pequeña leona', como se denomina ella misma en Twitter, la red social por la que no para de recibir felicitaciones, empezó en el atletismo por casualidad. Le gustaba correr, pero su deporte era la orientación ("¡que ganas tengo de volver a practicarlo algún día"). Un buen día, hace cuatro años, decidió dar una vueltas en la pista municipal. Alguien la vio y, asombrado por su forma de correr, le dijo a Francisco Rivero 'mira cómo entrena esa chica'. "Me paro y me preguntó si practicaba atletismo. Yo le dije que no, pero el me dijo que al día siguiente quería hablar con mi madre". Así fue. Desde entonces Francisco Rivero es su entrenador y Marta una de las promesas de atletismo extremeño.

En su primer año consiguió dos subcampeonatos de España. Al siguiente ya fue campeona. Ahora trata de seguir ampliando su palmarés, aunque sabe que para ello deberá trabajar mucho. Entrena dos horas diarias, a veces todos los días de la semana. No es raro verla correr sola en Mérida, donde reside, o en Arroyomolinos, su pueblo natal. "No es fácil encontrar un grupo de tu mismo nivel para entrenar; además, el atletismo es un deporte muy individual, donde lo básico es pelear contra uno mismo", dice Marta, desencantada con la que hasta ahora había sido su ídolo, su referente, su tocaya Marta Domínguez. "Es una pena todo lo que está sucediendo".

Marta reconoce que el atletismo no le atraía demasiado al principio "porque eso de dar vueltas a una pista no me parecía muy emocionante". Por eso eligió los obstáculos. Y acertó con la elección. Se acerca la hora de ir a entrenar. Donetsk espera a la pequeña leona de Arroyomolinos.