La ‘Cidade Maravilhosa’ puso la noche del domingo punto final a los 16 días más emocionantes en la ya de por sí ajetreada vida de los cariocas. Como si de un llanto de despedida se tratase, un intenso aguacero anticipó la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Río 2016 en el mítico estadio del Maracaná. El mismo escenario en el que, tan solo 24 horas antes, la ‘canarinha’ de Neymar conquistó el último título que se le resistía a la cinco veces campeona del mundo se convirtió también en el lugar de despedida de los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica. Unos Juegos que, pese los tremendos problemas en la organización y logística, salieron todo lo bien que podía esperarse de una de las ciudades más caóticas e imprevisibles del planeta.

En un capricho del destino, otro más, la copiosa lluvia se detuvo justo antes de que un enorme reloj se proyectase sobre el centro de la pista anunciando la cuenta atrás para la gran ceremonia. 3, 2, 1… ¡Boom!, unos increíbles fuegos artificiales, obra de la pirotécnica catalana Igual, iluminaron la noche carioca. En seguida, cientos de figuras multicolor inundaron el espacio dando forma con sus danzas a los principales monumentos del paisaje de Río: el Cristo Redentor, el Pan de Azúcar, los Arcos de Lapa y, finalmente, los cinco aros olímpicos. Para entonces, la música de Martinho da Vila, un clásico de la escuela de samba de Vila Isabel, ya embriagaba las gradas iluminadas por miles de luces del Maracaná.

GARCÍA BRAGADO, ABANDERADO

El público se levantó de sus asientos y el himno brasileño comenzó a sonar a través de las gargantas de 27 niños representando los 27 estados de Brasil y las 27 estrellas de su bandera. Una enorme proyección dibujó la bandera sobre la pista mientras que en el mástil principal la enseña del ‘Ordem e Progresso’ era izada junto a la bandera olímpica. Fue entonces cuando las banderas de las 207 delegaciones presentes en Río 2016 aparecieron en escena junto a un atleta de cada país y precedidas por la bandera de Grecia. En el caso de España, el honor se reservó al eterno marchador Jesús Ángel García Bragado que, a sus casi 47 años, ponía fin a los séptimos Juegos sobre sus incansables piernas (fue el único de los tres marchadores españoles que acabó los 50 km.).

En el caso de Estados Unidos, que arrasó en Río unas inalcanzables 46 medallas de oro, la encargada del máximo honor fue la ‘enorme’ aunque pequeña gimnasta Simone Biles,ganadora de cuatro oros y un bronce, con sus apenas 1,45 metros de altura. El colorido pasillo de los abanderados, ayudado por lasllamativas zapatillas de luces azules, blancas y rojas de los británicos, dio la bienvenida al resto de los atletas que permanecieron hasta el cierre de los Juegos. De poco importó que el vendaval volviese a desatarse sobre Maracaná: la fiesta era total y una enorme ola recorría el estadio en medio de la tempestad. No era de extrañar que nuestra mayor nadadora, Mireia Belmonte, se sintiese como pez en el agua luciendo una enorme sonrisa durante toda la ceremonia.

MEDALLAS A LOS MARATONIANOS

Ya con los atletas cómodamente instalados, Brasil volvió a rendir un homenaje a sus raíces con las representación de las enigmáticas pinturas rupestres de la Serra da Capivara unas de las más antiguas del Nuevo Mundo y Patrimonio Mundial de la UNESCO. La famosa 'saudade', concepto de nostalgia que solo existe en la lengua portuguesa, fue explicado por el poeta Arnaldo Antunes y, en seguida, decenas de 'rendeiras' (tejedoras) simbolizaron el peso de la herencia africana como parte fundamental de la identidad nacional brasileña. Al ritmo del 'forró', estilo musical del Nordeste, el grupo Corpo deslumbró Maracaná con su vibrante danza que, a su vez, se transformó en decenas de figuras de barro.

Un vídeo de dos minutos de duración se proyecto en las pantallas de Maracaná. Las imágenes de la gloria de Michael Phelps, el esprint de Usain Bolt o la furia de Rafa Nadal arrancaron una ovación de la 'torcida'. La misma que recibieron los tres atletas en el podio del maratón (el americano Galen Rupp, el etiope Feyisa Lilesia y el campeón keniano Eliud Kipchoge), una tradición que desde la primera edición moderna de los Juegos, en 1896, sirve como cierre oficial de los Juegos. Aún mayores fueron los aplausos para la rusa Yelena Isinbayeba, la bicampeona olímpica de pértiga y gran ausente en Río 2016, que fue presentada como nueva miembro del Comité Olímpico Internacional (COI).

El himno de Grecia y el olímpico sonaron ante el presidente del COI, Thomas Bach, el alcalde de Río, Eduardo Paes, y la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, la próxima sede de los Juegos Olímpicos en 2020. El sol naciente se proyectó sobre la pista del Maracaná al tiempo que la bandera olímpica fue entregada a la representante oriental. Un gigante 'Obrigado, Arigato' anticipó el original vídeo de presentación de Tokio 2020 en el que el popular personaje de Nintendo Super Mario Bros, en realidad el primer ministro nipón Shinzo Abe, fue el gran protagonista emergiendo del centro del estadio. 'See you in Tokyo'(Nos vemos en Tokio)rezó el mensaje de los futuros anfitriones.

DESPEDIDA CON UNA SONRISA

"Río mostró al mundo su belleza y nuestra capacidad de organizar el mayor evento deportivo del planeta. Vosotros sois la verdadera medalla de oro en estos Juegos. Río hizo historia para siempre“, declaró emocionado la leyenda del volei brasileño y presidente del Comité Organizador, Carlos Arthur Nuzman. Por su parte, Bach no dudó en agradecer a los cariocas, los voluntarios y los organizadores su gran esfuerzo en éxito de los Juegos. “Muito obrigado por unos Juegos maravillosos en la ciudad maravillosa”, espetó en un más que digno portugués. Por último y antes de declarar el cierre de la 31ª edición de los Juegos, agradeció al equipo de refugiados su entrega en sus respectivas categorías: “Sois el ejemplo para millones de personas en todo el mundo. Tras los Juegos seguiremos estando con vosotros. Siempre tendréis un espacio en nuestros corazones”.

Con la nostálgica música de Mariene de Castro llegó el apagado simbólico de la llama olímpica y, como no podía ser de otra manera en Río de Janeiro, una despedida a ritmo de samba. "Cidade Maravilhosa, coraçao do meu Brasil", fue el verso que puso en pie a los presentes para despedir junto a las mejores escuelas de samba de Río los Juegos. Un nuevo 'Carnaval en miniatura' de 15 minutos de duración similar al que ya se vio en la ceremonia de apertura y que encantó al planeta entero.

Un broche de oro para unos Juegos que, pese a quien le pese, superaron las expectativas de los más escépticos. No había duda: ni el zika, ni los retrasos, ni la inseguridad, ni nada podría arruinar la fiesta a Río de Janeiro. Aunque en Brasil nunca nada es perfecto, la sonrisa de sus habitantes con el mítico 'Renato Sorriso' a la cabeza (el barrendero más famoso de Río que se marcó un baile épico con lamodelo Izabel Goulart) hicieron olvidar, una vez más, cualquier problema. Anoche Río se despidió del mundo con una sonrisa en el rostro.