Convertir en cotidiano lo extraordinario está al alcance de muy pocos. Miguel Periáñez (Calamonte, 2-11-1962) lo hace en cada competición. La última hazaña del marchador extremeño es muy reciente: oro en 3.000 metros, en 5.000 metros y por equipos en el Campeonato de Europa Máster en categoría M-55, que se ha disputado durante la pasada semana en Madrid. Un ‘rey Midas’ que sigue sumando preseas a su interminable currículum.

«No sé cuántas medallas tengo, la verdad. No es algo que me obsesiones. No me canso de ganar, ni tampoco de perder. La marcha para mí es una forma de vida, y me importa más el cronómetro que las preseas. Aunque consiga el oro, si no consigo una buena marca personal, acabo cabreado la carrera», reconoce Periáñez, un ganador nato. Una bestia de la competición que ayer descansaba en su casa, por enésima vez, encumbrado por sí mismo.

Reciente campeón de Europa, campeón de España en 2017, campeón del mundo en 2017. Ganar no le sacia su apetito voraz cuando se trata de enfilar el camino donde se encuentran las preseas. «No tengo el estómago lleno por ganar. No me gusta el hecho de ganar por ganar. Me motiva llegar a mis límites. Las medallas tienen valor cuando tienes un gran rival o si has hecho una buena marca», señala el veterano marchador.

El adjetivo ‘veterano’ acompaña siempre a sus medallas, un calificativo que empaña sus éxitos. «Estoy seguro que de resta difusión y repercusión, pero no sólo la palabra veterano. Te pongo el ejemplo de las paralimpiadas, que se celebran al mismo tiempo que las olimpiadas y no tienen la misma repercusión», lamenta este atleta de puro oro.

NO SUEÑA / Para ser el mejor, hay que trabajar y no basta con soñar. Miguel Periáñez tuvo que interrumpir su amor por el atletismo muy pronto, a los 24 años, debido a incompatibilidades laborales y razones estrictamente personales. No hace el cuento de la lechera. «Por las marcas que hago, quizás hubiese estado en la selección española y con la élite de la marcha. Pero esto es imaginar y no me gusta pensar en lo que podría haber sido. Lo que no te llevas en el vagón se queda en la estación», asume.

Es tan cercano como calculador. Él sabe que es superior a sus rivales, y lo asume. «Mis rivales saben que si estoy bien y no tengo problemas, lo tienen muy complicado. Obviamente, esa seguridad no la tienes antes de empezar la carrera, porque no sabes cómo te va a responder tu organismo. Hay que correr con cabeza y no forzar hasta que los adversarios empiecen a flojear», confiesa su estrategia.

Para llegar a lo más alto y conseguir todo lo que tiene, que ni él mismo lleva la cuenta, ha tenido que trabajar duro. Muy muy muy duro. Y sigue haciéndolo. «He trabajado en el campo y ahora estoy en el Punto Limpio. Soy conductor, tengo dos rutas y siempre estoy en el turno de noche. Acabo la jornada a las 04,00 horas de la madrugada; me duermo; por las mañanas ayudo en casa; entreno y otra vez al curro», explica este ‘Rey Midas’ de la marcha. Por eso tiene más mérito lo suyo. Solamente con el talento y la condición física no basta. Hace falta un sacrificio inmenso, como el que él realiza a diario.

Entrenamientos a la luz de farolas y en asfalto, al frío del invierno o al calor del verano. «En Calamonte no hay pista de atletismo, yo entreno en el polígono del pueblo. Es el lugar idóneo: hay luz y poco tráfico. Allí ya tengo mis marcas para orientarme”, descubre su secreto, que no es otro que entrenar, entrenar y volver a entrenar.

CERO AYUDAS / A pesar de ser un campeonísimo de relieve internacional, no recibe ayudas de ningún tipo por parte de las administraciones. «Todos los atletas que han sido convocados por la selección española, tienen becas. ¿Son muy bajas? Pues sí, pero tienen algo de apoyo. En mi caso, no recibo ni un euro. Nos cuesta el dinero. Me costeo mis viajes privándome de otros gastos. Hace poco ha sido la feria de mi pueblo y en lugar de gastarme 200 o 300 euros en salir de fiesta, lo destino a mi pasión que es la marcha y eso es lo que me cuesta una medalla»,

Lo que sí recibe Periáñez es cariño. Mucho cariño. En su cuarto tiene una camiseta firmada por los jugadores del Calamonte, club de Tercera de fútbol, y un polideportivo lleva su nombre en la localidad. «Me siento muy querido. Cuando voy por la calle me felicitan y el otro día, un señor mayor me dijo que había salido en su televisión. Le dije: ¿sólo en la tuya? Y me respondió: no hombre, supongo que también habrás salido en la tuya», comenta sonriente. La sonrisa de un verdedero chacal de la competición.

Un marchador de oro. El ‘Rey Midas’ extremeño. Un competidor descomunal.