ISLANDIA: Gustavsson (Gudminsson), Geirsson (7), Sigursson (2), Hallgrmsson (3), Atlasson, Sigursson (7), Gudjonsson (6), Steffansson (5), Asgeirson, Pettersson (2), Jakobsson, Gunnarsson (2) e Ingmundarsson (2).

ESPAÑA: Barrufet (Hombrados), A. Entrerrios, Rocas (7), R. Entrerrios (3), Garabaya (2), Prieto (4), Belaustegui (3), Lozano (1), Davis, Juanín García (5), Iker Romero (5) y Malmagro.

ARBITROS: Leme y Ullrich (Alemania). Exclusiones: Garabaya y Carlos Prieto (3), por España y Sigursson (2), Jakobson (2), Petersson y Atlasson, por Islandia.

INCIDENCIAS: Semifinales de los Juegos.

Pues no hubo partido de España, barrida por una veloz, agresiva y certera Islandia (36-30). Si no hubo partido, no hay final. Si no hay final, toca consolarse con la lucha por el bronce ante Croacia porque el equipo de Juan Carlos Pastor tuvo la desgracia de completar su peor noche en el momento más inoportuno. "Hacía mucho tiempo que no jugabámos así de mal", dijo tras el choque David Barrufet, el capitán. Usó buenas palabras y, debido a su cargo, buenos modos. Iker Romero, en cambio, salió de la pista hecho una furia, barrido y desalmado, bramando contra sí mismo y contra la impotencia de la escuadra.

"Es la mayor cagada que hemos hecho en nuestra puta vida", afirmó un encendido jugador azulgrana echando fuego por la boca, sin reparar en que los micrófonos captaban asombrados su ira, amplificada luego en los medios. "No vamos a pillar una oportunidad de estas en nuestra puta vida, lo de siempre, lo de siempre...", fue lo último que se le oyó a Romero. Fue lo último que se le escuchó, pero se le vio hacer más cosas. Golpeó las vallas que le separaban de los periodistas y antes de entrar en el vestuario pegó un puñetazo que asustó a los pobres voluntarios chinos que le escoltaban en la puerta. Da igual. Buenas o malas palabras. El problema no fue ese. El problema es que España no jugó la semifinal.

Cuando apareció en la pista, la selección de Pastor ya iba perdiendo por 5-0. Apenas cinco minutos de partido e Islandia, dinámica, excelente en la lectura del partido --cada contragolpe era una lección de rapidez y eficacia--, se sentía ya en la final. ¿Y España Ni rastro de ella.

"Hemos tenido poco acierto y poca cabeza", se quejaba Rubén Garabaya. Más claro no lo pudo decir el pívot azulgrana, otro de los que desfilaban deprimidos tras una derrota que condicionará, tal vez para siempre, a su generación. "Hay muchas claves, el 5-0, balones divididos, ir siempre a remolque, la defensa, no hemos estado bien en ningún sistema defensivo", precisó el seleccionador. "Sabíamos que su punto fuerte era el contragolpe, lo sabíamos....". Ni acabó la frase Pastor, dando la impresión de que todo lo que habían hablado no se vio luego en la pista. "Hemos perdido una oportunidad que será muy difícil volver a encontrar", añadió el técnico.

ISLANDIA-FRANCIA, FINAL Perdida esa oportunidad, con Islandia disputándole el oro a Francia, a España le toca disputar la final que nadie quiere jugar. Croacia es el enemigo para el bronce. ¿Pero quien piensa hoy en el bronce tras la tunda islandesa? Nadie, realmente nadie. "Si queremos lograr una medalla, no podemos jugar así. No puedes jugar una final recibiendo 36 goles, hay que defender mejor", explicó Albert Rocas, el extremo más eficaz de España, con siete tantos. De nada valieron. De nada valió acabar de manera tan espectacular con Corea hace apenas 48 horas para terminar luego ahogado en la orilla ante Islandia.

La selección española se puso por delante en ningún momento del partido. Ni tuvo opción, una delatora prueba de su horroroso partido. Defendió de pena, atacó precipitadamente y mal. No le bastó que Barrufet estuviera bien. No a la altura galáctica de los cuartos de final, eso sucede una vez cada 10 años, pero ni un solo reproche para el meta azulgrana. Hizo 18 paradas de 47 intentos (38%). O sea, sin sus manos, sin su cuerpo, España habría sido humillada y mancillada por Islandia.

Da igual. Perdió la oportunidad de su vida porque una final olímpica no está cada día a la vuelta de la esquina. España nunca ha tenido el privilegio. Mañana tampoco lo tendrá. Por una mala defensa.