Sonriente, relajado y dominador de la escena, Michael Phelps está disfrutando de cada segundo de su paso por Río, los Juegos de su despedida. Instantes antes de afrontar la final de los 200 estilos bromeaba con su amigo y rival Ryan Lochte en la cámara de llamadas. La presión de la competición hace tiempo que ha salido de la vida del nadador de Baltimore, de 31 años.

“Es increíble pensar que Ryan (Lochte) y yo hemos estado juntos en el equipo olímpico desde el 2004. Estuvimos recordándolo y riéndonos. Es de los rivales más duros que he tenido. Es de locos pensar en esto, pero también es realmente guay, porque he podido hacer todo lo que he querido desde que empecé siendo un niño”, descubrió después Phelps.

Cuando se lanzó al agua instantes después, hizo lo que ha venido haciendo en los últimos días: adueñarse del oro, el cuarto en estos Juegos. Se proclamó campeón (1.54.66 minutos) con una ventaja muy cómoda, por delante del japónes Kosuke Hakino (1.56.61), ganador de los 400 estilos, y del chino Shun Wang(1.57.05). Lochte, que en su día desafió a Phelps en los Mundiales del 2011 y llegó a batir el récord del mundo de la distancia, se tuvo que conformar con la quinta plaza.

MARCA ESTRATOSFÉRICA

Ningún nadador hasta ahora había conseguido ganar cuatro oros en la misma prueba en Juegos Olímpicos consecutivos. Los dos únicos precedentes eran de dos atletas estadounidenses: el lanzador de disco estadounidense Al Oerter y Carl Lewis, en longitud. Phelps se ha encargado de cambiar ese dato. Su palmarés, único, difícilmente igualable y superable recogerá: campeón olímpico de los 200 mariposa en Atenas, Pekín, Londres y Río. Es la 22ª en su palmarés, la 13ª individual, para un total de 26, a falta de dos pruebas: los 100 mariposa y el relevo 4x100 estilos.

“Darlo todo en esta prueba por última vez era lo único que intentaba, si además ha servido para ganar el oro, está bien”, explicó Phelps, ya con visibles muestras de cansancio al abandonar la piscina después de una jornada maratoniana, que le obligó a nadar la final que ganó y también las series y semifinales de los 100 mariposa, en las que consiguió una plaza en la final con el quinto mejor tiempo.

PARTIDO DETENIDO EN BALTIMORE

“Tengo todo el cuerpo dolorido. Las piernas me están matando. Estoy bastante cansado, pero he respondido a algunos amigos que me han enviado mensajes bastante motivadores y eso ayuda. Ray (Lewis, un antiguo jugador de los Baltimore Ravens, el equipo de fútbol americano de su ciudad) me envió uno realmente bueno anoche. Me ayudó bastante en la prueba, porque realmente los últimos 50 metros hoy fueron bastante duros. Así que intenté forzarme a mí mismo a estar bajo el agua, y forzar los motores tan rápido como pude”, explicó.

“Ray es como un hermano mayor para mí. Y encima los Ravens ganaron”, se congratuló después de que le explicaran que el partido que disputaron contra los Carolina Panthersse detuvo unos instantes para seguir en directo la final.

Aun así, a pesar del dolor, Phelps confiesa que en Río, donde cuenta con el apoyo de su madre, Deborah, de su compañera, Nicole Johnson, y de su hijo Boomer en las gradas del Centro Acuático, está disfrutando como nunca. “Sabía que esta vuelta no sería un proceso fácil cuando decidí dar el paso. Era consciente de que tendría que pasar por momentos de dolor como estos, aunque no era lo que quería. Pero si el reto era conseguir este resultado final, no me quedaba más remedio. En este punto de mi vida, me sentía preparado para dar el paso y cargar con la preparación más dura que he hecho nunca. Pero os digo una cosa: me siento de nuevo como un niño. Me siento como cuando tenía 18 años en el inicio de mi carrera”.