Sorprende por su sencillez. Por su timidez. Habla quedo, sin levantar la voz. Sin fijar la mirada en su interlocutor. Es de natural sencillo, sin adornos, sin maquillajes. Ese es el rostro de un ´killer´ del área cuando no pisa los terrenos de juego. La cara amable del goleador del Cacereño, de un seguro de vida de cara a las porterías contrarias. De un tipo que promedia más de 20 goles por año en las últimas cinco temporadas.

Y al mismo tiempo, Toni, delantero centro del Cacereño, es el máximo exponente de la situación que vive el fútbol extremeño. Una rutina en la que los clubes de la región llevan instalados demasiado tiempo y que les impide destacar a nivel nacional. Este momento ha llevado a circunscribir a la casi totalidad de equipos, salvo el Mérida, en el guetto de la Tercera con el descenso de interés que esto supone para la afición y la consiguiente rebaja en ingresos, presupuesto y ganancias para los propios futbolistas.

Un trabajo humilde

Empezó siendo un trabajo de verano, pero una vez pasado éste se ha convertido en una forma "extra de ganarme la vida". "Pensaba dejarlo, pero es un trabajo que no me disgusta y que puedo compaginar con el fútbol", añade.

No se trata de un trabajo de oficina. Un trabajo de despacho cómodo en el que dejar pasar las horas de una forma más o menos rutinaria. No. El jugador, procedente del Miajadas pero criado en la cantera del equipo verde, trabaja de lunes a viernes en una empresa subcontratada por Carrefour que se dedica a transportar aquellos productos de gran volumen que los clientes no pueden llevar por sí mismos a casa.

Efectivamente. Si compran una nevera, un colchón, una lavadora, un armario o cualquier objeto de grandes dimensiones en el hiper de capital francés, instalado en la carretera de Malpartida, puede ser que ese chico que sube las escaleras cargado hasta la casa de cualquiera de ustedes sea un joven de 26 años que, con sus goles, está haciendo que el Cacereño se mantenga arriba en la tabla de su grupo.

A Toni no se le caen los anillos. Es humilde y no entiende de clasismo. Aún así, también es ambicioso. Tras triunfar en el Miajadas, donde marcó 60 goles en tres campañas, ha vuelto a su "club de siempre" con la idea de "bien subir a Segunda B o poder hacerlo algún día en otro equipo".

Trabaja duro para ello. Resulta difícil creer que alguien con sus números todavía no haya logrado dar el salto. Es consciente de que si hace una buena temporada en el Príncipe Felipe "todo será más fácil. Este club tiene mucho nombre y los medios están más atentos a lo que pasa aquí".

Si no lo consigue, preparará unas oposiciones a policía local o bombero. Continuará sin hacer ruido, sin levantar la voz... Como ese chico que cualquier día puede tocar a la puerta de su casa con una nevera sobre la espalda. Sin perder la sonrisa y sin bajar nunca la cabeza.