El sábado, el doctor Xavier Mir reconstruyó (observen la radiografía, da calambres) la clavícula derecha del norteamericano Colin Edwards, que, al día siguiente, se presentó en Montmeló para que los médicos le dejasen tomar la salida en el gran premio, dar un par de vueltas y mantener el récord de ser el único piloto que lleva (llevaba) 141 salidas consecutivas, desde el 2003. Le dijeron que "ni hablar". Y Mir respiró aliviado. Ni que decir tiene que Mir no tenía nada que ver con semejante pretensión.

El doctor Angel Villamor reconstruyó ayer en Madrid la tibia y el peroné derechos (fractura fea, pronosticaron) de Julián Julito Simón, que cuando se despertó en su habitación del hospital USP San José, lo primero que le preguntó al médico fue, cómo no: "¿Cuándo podré volver a correr?". La misma pregunta que lleva semanas haciéndose Dani Pedrosa, operado de las dos clavículas esta temporada y que ayer anunció que tampoco correrá en Inglaterra este fin de semana.

La sensación de que se trata de auténticos gladiadores o una especie de robocops es evidente. "Los pilotos de motos son casi indestructibles, pero no solo porque son jóvenes, fuertes y saben caer, sino porque quieren curarse", explica el doctor Mir. "Y estos chicos, sea por lo que sea, no voy a meterme en eso, entran en el quirófano sin miedo y pensando ya en la rehabilitación".

Mir, que no resta méritos a las manos de los cirujanos, asegura de los pilotos: "Son los mejores pacientes del mundo: jóvenes, fuertes, confiados, agradecidos, con ganas de curarse y dispuestos a todo. Jamás se quejan". Eso, la inmediatez de sus intervenciones ("se caen, se dañan y el mismo día los operamos") y, por supuesto, el avance de la ciencia, de la técnica, de los materiales ("ahora ya hay una placa de titanio adaptable a cada hueso"), hace que las intervenciones y posibilidades de recuperación sean enormes. Más que indestructibles, parecen reconstruibles.