Cuando el Mérida lo ha necesitado, y ahora lo necesita, el Romano responde. La afición emeritense es uno de los grandes patrimonios del club y a ella se agarrra la entidad en este momento en el que atraviesa una delicada situación y antes de un partido que podría calificarse de final si no fuera porque se juega en el mes de noviembre. El Mérida se enfrenta mañana a un Algeciras que es rival directo en la lucha por la permanencia y que le aventaja en tres puntos. Una desventaja asumible y que podría neutralizarse mañana. Bien distinto sería que se marchara de la capital extremeña con el doble de renta.

Ayer, en la habitual rueda de prensa previa a los partidos, el director deportivo del Mérida, Rubén Andrés, acompañó al técnico, Diego Merino. Un síntoma de que la situación es difícil. «Queremos hacer autocrítica, estamos buscando soluciones», dijo el directivo, plenamente confiando en la capadidad del equipo de dar la vuelta a la situación. Y en ese contexto surguieron los piropos a la afición romana. «Si nosotros estamos en descenso, nuestra afición está en puestos de playoff. Los jugadores están seguros de que van a sacar esto adelante y nosotros también», añadió Andrés.

A esa ronda de piropos se unió también Merino, que busca mañana su primera victoria como técnico romano, la que sería también la primera del curso como local. «La gente siempre ha estado con nosotros», apuntó en referencia a la afición. «Ya las palabras se han acabado, es el momento de los hechos y ojalá el domingo nos salga un buen partido».

Con la apertura del mercado de invierno casi a la vuelta de la esquina, en la comparecencia surgió la cuestión de posibles refuerzos, pero Rubén Andrés evitó ‘mojarse’ demasiado. «Cuando llegue el mercado, que todavía queda, Diego y yo miraremos primero lo que tenemos en casa y luego los posibles refuerzos».

Donde sí se mojó fue a la hora de dejar claro que el Mérida no se rinde, es su filosofía. «Nos viene un rival con tres puntos más que nosotros. Es un partido que nos hace mucha falta ganar y que tiene que servir para afrontar los siguentes encuentros con más moral». Para alcanzar todo eso la única receta, de momento, es trabajo, y eso es «innegociable».