Nenad Krstic y Darko Milicic tienen vidas paralelas. Se llevan solo dos años (27 y 25) y un centímetro (213 y 214) y son los dos únicos pívots serbios que juegan en la NBA (Oklahoma y Minnesotta). Además de un anillo de campeón con los Pistons, Milicic tenía otra distinción que a su Krstic le faltaba: la FIBA le castigó con 100.000 dólares y un año de inhabilitación por sus declaraciones contra los árbitros del Serbia-Grecia del Europeo del 2007. "Me la van a chupar cada uno, escribidlo. Se la voy a meter a su madre y si tienen hijas también me las follaré". En el primer partido en el que serbios y griegos volvían a encontrar, Krstic cogió el relevo. En medio de una brutal tangana le abrió la cabeza a Boroussis de un sillazo. Tras pasar la noche en comisaría y declarar ante el fiscal, fue liberado sin fianza a la espera de la condena deportiva: la FIBA podría dejarle sin Mundial.

"No sé qué dicen las leyes, pero espero que no se castigue a nadie, aunque no está en mis manos. Cometí una estupidez, pero espero que se quede aquí". Como Milicic, lo primero que hizo tras testificar ante el fiscal fue arrear (verbalmente) a los árbitros: "Lo que pasó estuvo mal, pero a veces ocurre en el deporte. Algunas decisiones de los árbitros provocaron nerviosismo".

El amistoso, celebrado en el pabellón olímpico de Atenas, fue suspendido a falta de dos minutos para el final. Con 74-73 en el marcador y tras una personal, Fotsis se encaró con Teodosic y el base serbio le apartó con un manotazo en la cara. Se había abierto la veda.

Combate con ´Baby Shaq´

Teodosic, precisamente quien había abierto las hostilidades, trataba de aplacar a Sofoklis Schortsanitis, rival el jueves pero compañero en el Olympiacos. Pero no había quien frenara a Baby Shaq . La mole, de 2,08 y 168 kilos, emergió entre la turba y empezó a soltar mamporrozos hasta que Krstic apareció por detrás, le agarró del cuello y empezó a golpearle en la espalda. Al ver como la bestia se giraba encolerizada empezó a recular hasta colocarse debajo de la canasta. Jugadores de ambos conjuntos se situaban en medio para tratar de poner fin a la batalla.

De repente, Krstic se revolvió y cogió una silla que impactó en la cabeza de Boroussis, provocándole una brecha. El pívot, con el cuello empapado en sangre, se fue a por su agresor en busca de venganza. Los ánimos parecieron calmarse aunque volvieron a enzarzarse en el túnel de vestuarios.