Oscar Pistorius vivía con miedo. Un terror, dijo ayer ante el juez, que le llevó a matar a su novia convencido de que a quien estaba disparando era un ladrón. El campeón paralímpico se derrumbó cuando su abogado leyó una declaración jurada en su nombre en la que dijo sentirse "absolutamente mortificado" por la muerte de la modelo sudafricana Reeva Steenkamp, de quien "estaba profundamente enamorado".

Las lágrimas de Pistorius obligaron al juez a suspender la declaración unos minutos. "Debe concentrarse en lo que está pasando", le dijo el magistrado, mientras los familiares trataban de consolar al corredor. "No tenía intención de matar a mi novia", insistió en un alegato que no conmovió al fiscal. Mantiene que el atleta acabó con la vida de "una mujer desarmada e inocente". El juez no descarta la posibilidad del crimen premeditado, por lo que la defensa de Pistorius deberá convencerle de que hay "causas excepcionales" para que salga en libertad bajo fianza a la espera del juicio. El magistrado decidirá hoy.

"Soy consciente de los delitos violentos cometidos por intrusos. He recibido amenazas de muerte y he sido víctima de violencia y robos. Por eso duermo con una Parabellum 9 milímetros debajo de la cama". Pistorius se describió como una persona tremendamente preocupada por su seguridad. Así explica por qué cuando la madrugada del pasado jueves se levantó para coger un ventilador de la terraza y escuchó un ruido en el lavabo, lo primero que le pasó por la cabeza fue que había un ladrón en casa.

"Sentí terror. La habitación estaba a oscuras y tuve miedo de encender la luz. Pensé que Reeva estaba en la cama". Según su versión de los hechos, cogió el arma y se dirigió hacia el baño. "Vi la ventana abierta y me inundó una sensación de horror y miedo al pensar que había un intruso en el aseo", que está separado del lavabo por una puerta.

SIN PROTESIS Pistorius explicó durante su alegato que al no llevar las prótesis se sintió vulnerable. "Me noté atrapado con la movilidad reducida de mis muñones. Tenía que proteger a Reeva y a mí". Disparó contra esa puerta. "Le grité a Steenkamp para que llamara a la policía. Pero no respondió". El atleta, siempre según su declaración jurada, volvió a la habitación y vio que su novia no estaba durmiendo en la cama. "Fue entonces cuando me di cuenta de que era ella quien podía estar en el baño".

Pistorius, aseguró, intentó abrir la puerta sin éxito y entonces salió al balcón a pedir ayuda. Después se colocó las prótesis y cogió un bate de críquet con el que derrumbó la puerta y, tras dejar a su novia muy mal herida pero aún con vida en el suelo del baño, llamó al administrador de la finca, a urgencias y bajó a abrir la puerta principal de la casa. "La cogí en brazos para llevarla al hospital. En la planta baja intenté darle la asistencia que pude, pero murió en mis brazos".

LA FISCALIA, INCREDULA La Fiscalía no cree a Pistorius. "Se levantó, se puso las prótesis y recorrió siete metros para dispararle a una persona indefensa dentro de un pequeño espacio donde no había escapatoria posible", expuso el fiscal Gerrie Nel. "¿Por qué un intruso se encerraría a sí mismo en el baño?", se pregunto.

A las puertas de los juzgados, un grupo de mujeres clamaba contra el atleta --"Pistorius, púdrete en la cárcel", era uno de los gritos--, mientras pedían al juez que acordara su ingreso en prisión hasta que se celebre el juicio.