38 jugadores en 3 años. La cifra no deja de ser llamativa para la historia de un club, el Cáceres 2016, en el que los vaivenes no han cesado en todo este tiempo.

El último episodio, el del despido del argentino Diego Guaita, ha disparado definitivamente los comentarios sobre lo que está ocurriendo esta temporada, con 15 jugadores habiendo lucido ya de verdinegro. Las comparaciones --siempre odiosas-- han retrotraído a los tiempos de la ACB.

Creo que se está cometiendo una injusticia equiparando lo que en su día significó Manel Comas y lo que hoy está sucediendo con Gustavo Aranzana. Sí es cierto que a ambos --en el caso del barcelonés en dos etapas-- se les está ´concediendo´ lo que no se le dio a Martín Fariñas, en la temporada 92-93, tras el ascenso a la ACB. Y que Piti Hurtado nunca hubiera podido lucir como lo está haciendo Aranzana con el equipo, al que no lo conoce, parafraseando a Alfonso Guerra, ni la madre que lo parió.

La diferencia es que en los tiempos de la ACB los movimientos costaban un dineral, y a fe que dieron resultado con la permanencia, aunque no así en lo económico. En el caso de esta temporada, los cambios no están suponiendo apenas desajustes en el presupuesto. Taggart (13.000 dólares) ha llegado por menos dinero que Newble y Holcomb. Cherry, un acierto deportivo evidente, viene con un discreto contrato. A Berzins, que llega cedido, ni siquiera se le paga la mitad de su contrato en Fuenlabrada. El propio Aranzana cuesta menos de lo que se piensa. Y el equipo, evidentemente, está subiendo enteros.

Lo que es realmente injusto es que a Piti se le demonice y se le eche la culpa de todo, esté o no. Que nadie olvide que, si Cáceres disfruta de la LEB Oro, es por su empeño. Lo de los cambios es cuestión de supervivencia. Y están saliendo bien... en lo económico y en lo deportivo.