No más de 20 jugadores extremeños han disputado algún minuto en la Liga ACB desde su creación, en 1983. Uno de ellos es Alberto Rubio, un pívot nacido en Casatejada, una población de 1.500 habitantes en el noreste de la provincia de Cáceres, que se hizo con un hueco en el corazón del aficionado cuando disputó dos temporadas con el Plasencia en las campañas 94-95 y 95-96, en la primera etapa de la Liga EBA.

Rubio, que mide 2,05, cumplirá en febrero 45 años y le dado un giro considerable a su vida desde la época en la que se ganaba la vida con el baloncesto: es enfermero en el Hospital de La Paz, en Madrid (departamento de reanimación infantil), y también mantiene una consulta de podología en Fuenlabrada, donde se ha asentado.

Buenos recuerdos

En Plasencia le llamaban el Sabonis de Casatejada . Se convirtió en un pívot dominante en la categoría en un equipo que llegó a luchar por subir a la ACB, una competición en la que él había estado durante tres temporadas anteriormente (89-90, 90-91 y 91-92, todas en Huesca), aunque disponiendo de pocos minutos (151 en total en 20 partidos, a 8 de media, con 1,2 puntos y 1,4 rebotes). "No tuve muchas oportunidades, pero también lo recuerdo con agrado: jugar, aunque fuese muy brevemente, contra gente como Fernando Martín y Arvydas Sabonis", recuerda.

Había empezado a jugar al baloncesto en el Colegio San José de Villafranca de los Barros. Destacó en el programa Objetivo 92 y fue captado por la cantera del Real Madrid.

Fue en Plasencia donde más disfrutó del balonceto. "Fueron unos años estupendos, la verdad. Jugar tan cerca de casa era especial. Disfruté muchísimo y además empecé a mirar con mayor claridad mi futuro", apunta. También es donde empezó a estudiar Enfermería con vistas a darle un giro a su vida.

A punto de terminar la carrera, optó por la retirada, apenas con 28 años. "Estaba ya muy machacado", afirma Rubio, que destaca que se mantiene "bastante en forma". "Me puse gordísimo cuando lo dejé, pero ahora estoy casi mejor que cuando jugaba", asegura.