Zaragoza fue placentina durante unas horas. Más de medio millar de seguidores del Plasencia se adueñaron del centro de la ciudad y muchos visitaron durante el día la basílica del Pilar horas antes del encuentro. Seguramente le pidieron una ayuda a la virgen local. La calle Alfonso I parecía la Alfonso VIII placentina. El color verde reinó en la mañana a orillas del Ebro en medio de una ilusión espectacular. A más de 500 kilómetros del Jerte, la esperanza generada ha sido tremenda.

Durante el encuentro, los seguidores no dejaron de animar en ningún momento, incluso en los peores momentos. Situados en el segundo anillo del impresionante pabellón Príncipe Felipe, hicieron lo imposible para hacerse oír entre una multitud maña. Al final, muchas lágrimas y un gran orgullo por el papel desempeñado.