El Plasencia Galco se enfrenta esta noche (21 horas) en el Pabellón Municipal ´El Serrallo´ a un Tarragona 2016 que ocupa una posición en la tabla que no está acorde con lo que a priori se le debía exigir en relación a la calidad de la plantilla que dirige Esteban Albert.

Los catalanes tan sólo han ganado dos encuentros (Cornellá y Prat Juventud), pero que también supieron forzar dos prórrogas frente a Illescas y el líder Farho Gijón. "Eso demuestra que estamos ante un equipo que sabe sufrir hasta el final y que su clasificación podría ser mucho mejor", señaló el técnico placentino Juan Pablo Márquez.

Cabe destacar que el rival placentino cuenta en sus filas con el que fuera considerado MVP de la pasada jornada, el alero Carles Bravo (29 puntos ante el conjunto malagueño de la Axarquía) y que supone la mayor amenaza ofensiva para los extremeños.

UN VIEJO CONOCIDO Allí también se encontrarán los placentinos con un viejo conocido que hasta ahora es el jugador más valorado de su equipo, el alero Jonathan Barceló, aunque también habrá que tener muy en cuenta --según expresaba Márquez-- "el poder reboteador de Ramón Espuña, y al pívot americano de 2,08 Paul Willians".

El Tarragona es un equipo que prácticamente utiliza a tan solo seis jugadores. El base Garrido juega casi siempre los cuarenta minutos y, a pesar de contar como segundo director de juego con un medalla de plata sub-20 como Oscar Andrés, no tiene la confianza de su técnico y permanece prácticamente inédito.

El Plasencia viajó con la ya conocida baja de Fernándes, operado el miércoles, que será suplido por el base del Primera División Juan Antonio Sánchez. Rubén Ibeas, a pesar de pasar por un proceso gripal, también estará, así como Mark Zoller, que no pudo entrenar hasta el miércoles debido a unas pequeñas molestias por un golpe recibido frente al Qalat.

Marquez ha incidido esta semana en el aspecto defensivo: "Tenemos que dejar de ser blandos", dijo e intentará aprovechar ese bajón físico que suele presentar Tarragona en el último cuarto, debido principalmente a la poca profundidad de su banquillo y a la falta de rotaciones que pone en práctica el técnico.