Llegó sonriente, con ganas de hablar y sin ánimo de esconderse. Le habían caído 5,38 minutos en la cumbre de La Covatilla. Oscar Pereiro, el virtual ganador del Tour, pagó ayer en la cima salmantina el desgaste de tanto y tanto homenaje durante el mes de agosto. Había entrenado para la Vuelta. Sentía buenas sensaciones. Pero también sabía que el exceso de celebraciones le pasaría factura. "A partir de ahora seré un currante para Valverde", reconoció el gallego tras cruzar la meta.

La etapa había comenzado unas horas antes en las calles de Plasencia, donde los ciclistas fueron despedidos por un gran gentío que se había congregado en el recinto ferial y en las calles más centricas de la capital del Jerte. Después, las montañas extremeñas de Honduras y Piornal hicieron la primera selección de la ronda.

Alejandro Valverde y Carlos Sastre se erigieron como los dos corredores mejor situados, en una primera valoración, para ganar la ronda española, aunque aquí, al igual que sucedió en el último Tour, efectuar un pronóstico, sobre todo tan temprano, resulta muy arriesgado.

PENDIENTES DE VALVERDE Ayer en la cima de La Covatilla quedó claro que la bicicleta de Valverde era la más temida y vigilada. Tal vez, el murciano, el ciclista por el que ahora se entregará Pereiro en cuerpo y alma, pecó de cierta ingenuidad al querer estar siempre delante, al desear llevar el ritmo de escalada y al mostrarse, quizá con exceso, como el más fuerte de la Vuelta. A veces esconderse, aunque solo sea un poquito, viene bien. La Vuelta no ha hecho más que empezar.

Pero todo esto no lo vio Pereiro. Se descolgó del pelotón de figuras a ocho kilómetros de la cumbre. Más tarde lo harían Menchov, Vinokurov e Iban Mayo --dichoso Mayo. No hay manera de que suba en las grandes citas del calendario--. "Noto el cansancio en su musculatura", confesó el martes Vicente Iza, masajista de Pereiro. "¿Ha perdido cinco minutos? No importa. Tácticamente nos puede beneficiar, por si se recupera, o sobre todo en favor de Valverde", añadió Eusebio Unzué, su director. "Ya habíamos quedado de acuerdo. El que fallara, trabajaría para el otro", destapó Valverde.

Pereiro no vio cómo el murciano desafiaba a sus rivales. No pudo observar cómo Angel Gómez Marchante, al que todos conocen como El Pimiento por lo colorado que se pone con el esfuerzo, fue el primero en romper las hostilidades y sobre todo como Danilo di Luca arrancaba en los últimos tres kilómetros con una fuerza descomunal para ganar la etapa y vestirse de líder, acompañado por un esloveno, de solo 22 años, Janez Brajkovic (Discovery), joven para aspirar a la Vuelta pero que va para figura.

Pereiro sonrió en su mal día. Ha de aprender varias cosas como figura. "Por ejemplo a decir que no", cuando las invitaciones se acumulan en su mesa. Lo hará. Seguro.