La Liga LEB va camino de la consolidación como competición lejana a la calidad de la ACB, pero superior en muchos casos en emoción y competitividad. El Plasencia Galco tendrá a partir del viernes el privilegio de disputarla por tercera temporada consecutiva, convirtiéndose sin discusión en el máximo representante de la canasta regional.

La venta de la plaza del histórico Cáceres priva de los siempre espectaculares derbis a Extremadura, pero ya no hay tiempo para lamentaciones. Los placentinos afrontan la temporada con sus clásicas virtudes: la mezcla de ambición y la modestia que ha sabido inculcar tan intensamente Dani García desde que llegó al banquillo jerteño.

No será fácil ni siquiera la permanencia. Como es casi tradicional, la plantilla se ha visto prácticamente renovada en su totalidad, con lo que eso supone en cuanto a problemas de adaptación. Sólo Jonathan Barceló, Mario García y José María Balmón continúan de la pasada campaña, a la que llegaron ya iniciada.

Siempre con la humildad económica por bandera, también es tradicional que en los fichajes el club jerteño varíe entre las apuestas a lo seguro y otras más arriesgadas. Entre las primeras puede contarse Hakeem Ward, experimentadísimo y muy útil en la LEB, y los regresos de Jesús Cilla y Jorge Lledó, a los que se conoce muy bien en la competición y en la propia Plasencia.

Riesgo

Más aventuradas son las incorporaciones de los jóvenes Rodrigo San Miguel y Gabi Domínguez (¿el sosías de Gianella?) en la dirección y del tirador Jay Joseph, de estupendas referencias pero escasa experiencia europea. Sin embargo, el tridente formado por Antonio Martín Oncina, Angel Pedro Iglesias y Dani García suele tener buen ojo.

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