David Cal bajó un peldaño, pero no se apeó del podio. Al campeón olímpico de canoa individual (C-1) en 1.000 metros de Atenas-2004 se le cruzó ayer en el camino un húngaro, Attila Vajda, que lo arrasó todo a su paso. El palista pontevedrés luchó hasta el final, pero se quedó corto en su objetivo de llevarse dos medallas de oro del canal de Shunyi, a unos 50 kilómetros de Pekín, y se tuvo que conformar con la plata. Hoy, en la final de C-1 500 metros (9.45 horas,) tendrá la oportunidad de resarcirse con un título olímpico y elevar así a cuatro el número de medallas en los Juegos. En el 2004, Cal fue plata en la distancia más corta.

Nunca una medalla de plata había sido más triste para el protagonista. David Cal pagaba ayer con la cara. Parco en palabras, como siempre, las pocas que pudo soltar caminaron en esa dirección. "Estoy un poco tocado", confesó. "Esperaba el oro, la plata no sabe tan bien", prosiguió. Un palo para quien, junto a su inseparable entrenador, Suso Morlán, había entrenado durante 46 semanas para mejorar sus casi inmejorables resultados de Atenas. "Hay que luchar por el oro. Después puede pasar cualquier cosa, pero si sales pensando en ser segundo o tercero, seguro que no lo vas a conseguir", había dicho el palista gallego de 25 años hace unos días, en una muestra de su indesmayable ambición.

Ayer, Cal salió a por el oro. No le falló la ambición. Fue fiel a su filosofía, pese a que --como en él es costumbre también-- salió de los últimos: en el parcial de los 250 metros iba sexto. Pero a mitad de carrera ya marchaba segundo, acercándose se al uzbeco Vadim Menkov, que se suicidó con un ritmo insostenible. Cuando Cal le superó, a falta de 300 metros, el español se vio superado a su vez por Vajda, actual campeón mundial de la prueba. El esprint final se decantó del lado húngaro a pesar de que a los 900 metros parecía que Cal le recortaba terreno.

NADA DE FRUSTRACION Era la decimosegunda medalla efectiva para la delegación española, a falta de dos jornadas, pero Cal no logró alegrar la cara ni cuando Juan Antonio Samaranch, expresidente del COI --que ya condecoró a Rafael Nadal y al dúo de la sincronizada--, le colgaba la plata del cuello. "Pensaba que íbamos los dos al límite, pero el húngaro aguantó bien y yo reventé", resumió Cal la final de C-1 1.000 metros.

El técnico del palista de Cangas de Morrazo no se mostraba tan apesadumbrado como su pupilo y se puso a trabajar enseguida en la recuperación del triple medallista español. "No nos vamos a frustrar por tener una medalla de plata más, ¿no?", se preguntó Suso Morlán. "David lleva tres finales olímpicas y ha ganado tres medallas, no es un mal currículo, ¿verdad?".

Después de un día de decepción, más para el piragüista que para el técnico, ambos se pusieron a preparar la siguiente carrera, la del desquite. "Soltar un poco, estirar, llamar al fisioterapeuta si le hace falta y, sobre todo, descansar mucho. Eso es lo que hará, y mañana por hoy estará otra vez enterito", dijo Morlán, que no sufre por la secuela psicológica de ayer. "No hay que preocuparse. Anímicamente es muy duro y en los 500 metros saldrá a por todas otra vez".

Cal es el actual campeón del mundo del medio kilómetro, título que logró en Duisburgo el año pasado, y en esa distancia tendrá que estar muy alerta con el ruso Maxim Opalev, que en la clasificación logró un registro mejor que el español (1.47.849 por 1.48.095). Las condiciones de la pista y, sobre todo, el viento, serán determinantes en el desenlace. "Si es lateral o en contra perjudica a David. Si el viento es trasero, estaremos felices de la vida", aventuró Morlán.