Hacía calor como ayer por la tarde. Era 10 de mayo del año 1992 y la plaza Mayor temblaba ante la enfervorizada masa que celebraba el histórico ascenso a la Liga ACB. Unas 10.000 personas prometían amor eterno al Cáceres CB. Entonces había mucha gente en el balcón del ayuntamiento. Jugadores, directivos, políticos... También a ellos se les hinchaba la boca al grito de "Cáceres, Cáceres". Era el comienzo de una era. Una era que siguió tomando como punto de encuentro la plaza Mayor en los siguientes años. La permanencia en la primera temporada, la clasificación para jugar la Copa Korac, el subcampeonato en la Copa del Rey.

El fin del sueño

Pero la magia se rompió. Nadie sabe muy bien por qué. Teorías hay miles, pero nadie asume su porción de culpa. Ayer otra vez en la plaza se reunieron aficionados en nombre del equipo de baloncesto. Esta vez se trataba de apurar la última gota de oxígeno para eludir la desaparición. Había 150 personas. ¿Y los otros 9.850? ¿Qué ha pasado con esas promesas de fidelidad vitalicia? ¿Porqué había ayer más gente en Mango o El Pato que ante el consistorio? ¿Dónde estaban los políticos esta vez?

Las pancartas que portaban ayer los verdaderos adalides del basket cacereño apuntaban a la posibilidad del milagro , al papel del equipo de baloncesto en la historia de la ciudad y a la impagable publicidad que podía hacer el club a la capitalidad cultural del 2016. Pero todo apunta a la inmediata defunción definitiva. ¿O no?