No debe tener mucho tiempo para ver Netflix o fútbol David Quijada (Riolobos, 25-4-1988): aparte de ganar la última Copa Dacia Sandero, administra un taxi en su localidad natal, donde también trabaja en una oficina de seguros de Mapfre, y ofrece cursos de conducción en coche de rally con su escudería, Q Racing. Y, por si fuera poco, participa en la explotación de una finca familiar de tabaco. Pluriempleo en estado puro.

Es uno de los grandes emblemas del automovilismo extremeño, siendo el único piloto de la región que se ha llevado una copa de carácter nacional y que puede presumir de que se ha anotado, hace unos años, la victoria en un tramo cronometrado del Campeonato de España. Tres veces se quedó al borde del podio acumulando cuartos puestos, una espina que queda clavada, aunque con orgullo.

El suyo es un mundo, como él reconoce, «elitista». Muy pocos en España se ganan la vida con ello. Tampoco lo ha conseguido Quijada, que escenificó durante unos años el sueño de haber competido al más alto nivel. Un momento especialmente inolvidable fue imponerse en el Rally Norte de Extremadura en 2017. «Mi padre me llevaba a la prueba siendo niño, de madrugada, grababa vídeos, buscaba toda la información posible en una época en la que no había mucho en internet aún. Era un fiebre», suelta.

Todo eso quedó atrás. «Soy un trabajador, un mileurista. Tengo que buscarme la vida», destaca. «No puedo meterme en proyectos en los que voy mucho más precario que mis rivales. Llegué a ir a psicólogos deportivos y me ayudaron mucho. Tuve que cambiar el chip. Ahora estoy súper contento», relata.

El dinero es capital cuando hay un motor de por medio. Y la batalla de buscar apoyos siempre está ahí. Cuando estuvo en el Campeonato de España consiguió la ayuda de la Junta de Extremadura, que conserva, pero lamenta no gozar del apoyo de los concesionarios locales: «Creen que lo que te van a dar es para tu disfrute y no es así. No me ven como un reclamo. ¿Decepcionante? Un poco, aunque quizás yo no estoy haciéndolo todo bien».

¿Y el taxi en Riolobos, que está situado a 27 kilómetros de Coria y prácticamente lo mismo de Plasencia? «Es totalmente distinto a lo que se pueda vivir en la misma profesión en una ciudad: son viajes más largos, al médico, o hacer la noche con los chicos que salen a otros pueblos». Incluso ha ido hasta a París llenando el coche «con seis marroquís, un remolque y una tele de plasma que tenían cogida entre ellos atrás». Sus días libres y sus ahorros son para las carreras. Y bien que los disfruta.

El futuro inminente

También valora mucho cuando presta su infraestructura para que conductores ‘de a pie’ dirijan un coche de rally. «Algunos se bajan llorando y te abrazan porque han cumplido algo que perseguían hace mucho tiempo, sentirse profesionales aunque solo sea durante unos minutos», añade. Por eso él se siente «un privilegiado» al correr aunque sea en una competición de marca como la Dacia Sandero. Para la próxima temporada ultima su paso a la Copa Toyota, aunque también hay opciones de ir a la que está organizando Renault con Clio. «He encontrado el sitio. Se me ha pasado la obsesión por estar en un campeonato absoluto, pensar que alguien se iba a fijar en mí. Eso solo pasa en las películas. Tienes que afrontar proyectos en los que estés al cien por cien, no en los que hipoteques tu vida entera si le das un golpe al coche», explica.

Quijada estima que «es un buen momento» el del automovilismo extremeño. «Ha habido muy buenos pilotos, pero nos hemos cerrado a no salir de aquí, a estar muy cómodos en las pruebas regionales, pero al final tienes que hacerlo para que te vean las marcas», asevera. «No me estoy poniendo méritos por haberme marchado. Hay pilotos más rápidos que yo», aclara.

Su ‘matrimonio’ con el copiloto gallego ‘Cuni’ Fernández continuará. «Es un chaval buenísimo, es el 50% de las cosas que hemos conseguido. Y somos parecidos. Cuando te tiras tantas horas con alguien, eso es muy importante. Mientras él quiera, va a tener siempre el asiento», apostilla.