Villanovense y Mérida miraban de reojo en la matinal de ayer a Sevilla y se encomendaban al Cacereño para que una victoria verde diese esperanzas a los tres extremeños más metidos en problemas en este Grupo IV de la Segunda División B y de nuestras culpas. Y a fe que cumplió con su parte del guión el cuadro de Ismael Díaz. El 1-2 de la Ciudad Deportiva bética vale su peso en oro en el fondo y en la forma. Se adelantó el bloque extremeño y aguantó la presión de empate para saltar la banca en el último momento y volver con algo más que tres puntos. Hay que rematar la faena, dura, complicada y difícil. Pero, ¿no dice el sabio refranero popular español que mientras hay vida hay esperanzas? Pues de obligado cumplimiento es el agotarlas.

La misma moraleja puede aplicarse un Mérida muy por encima de sus dirigentes. La mejor manera de romper una racha de minutos sin hacer gol y de partidos sin ganar es marcando y hacerlo para enlazar triunfos. La derrota bética viene bien, el triunfo, aunque costó doblegar al colista, sabe aún mejor.

FALLA AL VILLANOVENSE El aguerrido equipo de José María Calvo fue el polo opuesto. También podía beneficiarse de lo sucedido en Sevilla pero siempre y cuando cumpliese su parte del trato. Y como nos tenía acostumbrados a los triunfos últimamente nos amargó la tarde con su 2-0 en Marbella. Hay que afinar.

También dejan hueco para la aludida esperanza otros dos triunfos igualmente gratificantes. El del Badajoz ante el Sevilla B y el del rutilante Jerez a costa del Jaén. Hubo que trabajar y hasta voltear marcadores. Pero pasando a limpio los tanteos, los dos están a tiro de cuatro piedras, o puntos si lo prefieren, de posiciones de liguilla. Y también a los de arriba hay que otorgarles el beneficio del tiempo.

Los de Pastelero, además, son el tercer mejor equipo del grupo en su estadio. Es de justicia reconocer los méritos de los verdinegros que, desde la modestia, están dando lecciones gratis todos los días a mucho enterado .

TERCERA DERROTA Dejamos para el final a ese Extremadura que, tras catorce jornadas sin conocer la derrota, ha encadenado tres de manera consecutiva. De esa cadena debían de preocuparse sus dirigentes y no de otras que cercenan libertades y evidencian trasnochadas prepotencias. Eso sí, los que hablaban de la liguilla como objetivo hasta anteayer andarán ahora bien calladitos para que la culpa siga cayendo sobre Cisqui, que es lo más cómodo y socorrido.