Ha cambiado casi por completo la plantilla, hay un nuevo técnico, dicen que apuestan por la cantera y por la extremeñización del club, se buscan nuevos patrocinadores, la última temporada no ha sido demasiado exitosa... Aunque pudiera parecerlo, esta descripción no corresponde ni al Cacereño ni al Cáceres CB. La mayor metaclismo en el deporte de la ciudad lo ha experimentado el baloncesto femenino, o dicho con mayor precisión, el Club Femenino Cáceres.

El antiguo Don Frío guarda bastante parecido con la misteriosa casa de Belmez de la Moraleda (Jaén). Cada año aparecen un buen puñado de caras nuevas en la superficie del Multiusos cacereño. El club se ha sometido a una destacada operación de cirugía plástica. Desde el equipo hasta el banquillo pasando también por el nombre de la institución.

Revolución en la pista

De las diez jugadoras que tenía la última campaña la entidad cacereña, sólo continuan dos: Kaisa Elina Kook y Lorena Vela. Seis rostros nuevos han estimuladon la expectación de los aficionados al baloncesto femenino: Selma Delibasic (pivot), Dacil Melián (pivot), Tina Kyaternik (alero), Rocío Gangoso (alero), Ana Lavilla (escolta) y Davinia Domínguez (ala-pivot). Pero su misión no será fácil: hacer olvidar la buena campaña realizada por Jolantha McKeirnan, Susana Asensio, María Blanco, María López y compañía.

No concluye ahí la lista de incertidumbres. En el banquillo, el técnico Jorge Méndez aterriza con la fama de tener mano diestra para los ascensos, aunque la sombra de Fran García --que ha mantenido al equipo cerca de la promoción de categoría-- puede ser un lastre de presión para el nuevo director de orquesta, un lujo si miramos su currículum.

Con el final de la temporada, ha expirado el acuerdo de patrocinio que tenía la entidad cacereña con la empresa Don Frío. Tanto el gerente, Quini Carrasco, como la presidenta, Vicenta Naranjo, --de las caras más visibles, las únicas que siguen-- buscan una nueva fuente de financiación comercial. Y mientras que llega el nuevo espónsor, que ha de rebautizar al club, el equipo se da a conocer en la geografía peninsular con el nombre de Club Baloncesto Femenino Cáceres.

Al margen de todos los cambios habidos y por haber, Carrasco y Mández pretenden "extremeñizar" la entidad. Sin embargo, de las ocho jugadoras de la plantilla no hay ninguna de la región. El objetivo es fraguar esta nueva ideosincrasia desde la base, desde las categorías inferiores. Por ello, cinco canteranas completa la primera plantilla: Sara Salgado, Elena Comín, Beatriz Manzano, Laura Agúndez y Alejandra Manzano.

Presupuesto y metas

El Femenino contará con un presupuesto similar al del pasado año, aunque reforzado con los 30.000 euros de la subvención municipal, los 18.000 de la Junta y los 21.000 de la Diputación de Cáceres. Además, esperan cerrar pronto el acuerdo con el nuevo espónsor.

Pese a esta consolidación económica, Quini Carrasco apuesta por la precaución para esta temporada: "tenemos que afianzar el club con chicas de casa, el ascenso no es nuestro primer objetivo".