Marc Márquez, el hombre que domina con autoridad el Mundial de MotoGP, ha decidido que este es el año en que, por fin, gana en Spielberg, donde se corre el Gran Premio de Austria. «Lo importante es que tengo ritmo para la carrera e intentaré ganar, por vez primera, en un circuito que se me resiste», señaló.

Estableció ayer un nuevo récord, al parar el crono en 1.23.027 minutos, cuando la anterior marca lleva tres años viva, en poder de Iannone, con 1.23.142. «Quería bajar al 1.22 alto, pero esta pole es muy importante, pues este es un trazado donde se corre al milímetros, en el sentido de que hay que saber muy bien donde frenar, cómo frenar y acelerar deprisa», señaló Márquez en el corralito, junto al francés Fabio Quartararo (Yamaha, segundo, a 0.434 segundos) y al lado de Dovizioso (Ducati, tercero, a 0.488 segundos).

Es decir, Márquez superó a sus máximos rivales por medio segundo, una barbaridad.

«Marc sigue tremendo, pero creo que tenemos condiciones y ritmo para poder complicarle la carrera mañana, aunque tratándose de Márquez uno nunca sabe qué pensar», señaló el subcampeón italiano de Ducati. «Yo, visto como van estos dos, espero hacer una buena salida y ver cómo se comportan ellos en las primeras vueltas, pero están tremendos, sí», comentó el Diablo, nuevo ídolo de Yamaha, que contó haberse jugado el tipo en cada curva en la vuelta que le dio el segundo mejor tiempo.

Márquez tuvo que superar a Maverick Viñales (Yamaha), que, al final, no pudo mantener el ritmo. Ya supera al australiano Mick Doohan, con 59 poles en la categoría reina.