Es el espectáculo total. La agresividad sobre ruedas. El fenómeno enfrentado a campeones. El rebelde con causa, el rookie que busca coronarse como el campeón de MotoGP más precoz de la historia. El irreverente, aquel que no presta el respeto debido a los consagrados, a los establecidos. Es, en definitiva, el pistolero , la pegatina que su hermano Alex luce en el sillín de su moto: el bueno, el malo y el pistolero.

Marc Márquez, el pistolero de esa grafiti, es el único líder que se mantiene en pie, erguido, corriendo para ganar, sin pensar en el título, buscando unicamente acumular prestigio, victorias, podios, puntos y, ya ven, polémicas. Motorland, 61.303 motards y millones de telespectadores presenciaron ayer la rendición de los líderes de Moto3 (Luis Salom) y Moto2 (Scott Redding), que claudicaron con discretísimas carreras y paupérrimos cuartos puestos, que les convierten en presas fáciles de sus perseguidores.

Alex Rins, fantástico vencedor en la pequeña categoría tras una última vuelta prodigiosa, y Maverick Viñales, el eterno inquilino del podio (y 11 veces derrotado), ya lamen, huelen, los laureles que rodean el cuello de Salom. Ya no digamos Pol Espargaró, que, en las dos últimas carreras, le ha robado 18 puntos a Redding, al que ya tiene a tiro el joven de Granollers (otro gran pistolero Polyccio ), que debe amortiguar (se espera que con la ayuda de Tito Rabat ¿sí? ¿no?) 20 puntos en las últimas cuatro carreras (100 puntos).

CORRER SIN CALCULADORA El único piloto del Mundial, de los 87 que integraban ayer las tres parrillas, que podría pilotar haciendo cuentas es Márquez. Y es el único que no lo hace. "Ignoro cuando llegará la hora de hacerlo, pero aún no es el momento. Yo no he empezado este Mundial pensando en ganarlo. Voy líder y he sumado ya seis victorias. ¡Fantástico! Pero esto sigue y yo seguiré pensando en ganar", reconoció ayer al bajarse del podio, rodeado de otra enorme polémica debido a que, en la sexta vuelta, cuando Lorenzo se escapaba y Pedrosa le había superado, apuró en esceso la frenada, llegó algo forzado a la entrada de una curva y tocó, lamió, acarició con la protección de titanio de su codo izquierdo, el sesor de tracción, instalado en la rueda trasera de RC213V de Dani, provocando su rotura y la aceleración desmedida de la Honda del pupilo de Alberto Puig cuando Pedrosa, sin haberse percatado de la caricia, abrió gas y su moto le escupió por el aire al derrapar con violencia la rueda trasera, que acababa de recibir, de sopetón, los 260 caballos de potencia del motor.

IMPOSIBLE DE PROBAR Todo el mundo dudó. Ni siquiera la cámara superlenta, esa que ofrece 2.500 imágenes por segundo, capaz de detectar que el ojo de un piloto lagrimea o que el caucho se derrite sobre el asfalto, fue capaz de descubrir lo que había ocurrido. Es más, el incidente aún está bajo investigación. Pero lo cierto es que el ataque de Márquez, que, tras el roce, se abrió hacia la escapatoria, sorteó a Pedrosa y se fue a por Lorenzo (presa fácil solo siete vueltas después) para conquistar un nuevo triunfo apoteósico, empezó a ser cuestionado por aquellos que creen que el fenómeno, como le ocurrió al propio Valentino Rossi a su llegada a la categoría de 500cc, a Casey Stoner o al malogrado Marco Simoncelli, supera los límites de la velocidad, de la física, de la tolerancia, de la agresividad, del carnet por puntos, para conseguir sus objetivos, ganar. Los incidentes han sido ya varios. El enfado de sus rivales va en aumento.

EL DICHOSO CABLECITO "Estaba convencido de que no le había tocado pero, sí, le rocé", comentó Márquez, ignorando siquiera dónde estaba y qué era ese clavecito que controla la entrega de los caballos de su corcel. "Le pediré perdón a Dani, por supuesto, claro que sí, pero no mucho, pues jamás estuvo en mí causarle ese extraño daño, provocar tanta mala suerte". "Lo que no puede ser es errar y pedir perdón tantas veces", sentenció Pedrosa, afortunadamente sin lesiones. "No es justo que Marc se aproveche de que algunos pilotos sí conozcamos los límites del peligro y corramos con ciertas leyes, pues no todo vale. Yo también sé correr así, pero no tiene sentido".

Una cosa parece evidente, como señaló entrada ya la tarde, el mítico Randy Mamola, subcampeón del mundo de 500cc sin control de tracción. "La gente señala a Marc por este incidente, pero si ese cablecito no existiese o estuviese en un lugar protegido, nada de todo esto hubiera ocurrido". Y las motos se controlarían con el puño del gas, no con la centralita que hay en su barriga.