Pongamos que hablamos de matemáticas como el que habla del amor, o de la vida misma. Nada es perfecto. Y el fútbol, por muy rey que sea, tampoco puede escapar de esa imperfección. Dentro de ese maravilloso mundo matemático vamos a centrarnos en la geometría, rama que estudia las propiedades de las figuras en el plano o en el espacio. Algo tan ordinario y a la vez tan complejo.

A su vez y para complicar mas el asunto, debemos hablar de los poliedros irregulares. Porque los poliedros representan a la vida misma y también, por ende, a la bendita locura que llamamos fútbol. Concretamente, se tratan de cuerpos geométricos en el que sus caras son polígonos desiguales. ¡Eureka! El fútbol en todo su esplendor. Y es que el prisma del Mérida es completamente opuesto al del Aceuchal.

Analicemos el poliedro del fútbol de bronce. La primera parada es en la cara de Santi Amaro, que siente la presión del técnico en apuros. Una cara cuyo prisma ha variado en tan solo una semana, y es que la distancia que separa la gloria del fracaso es ínfimo. Y la alegría es turista por naturaleza, ahora se ha detenido en Don Benito y hace sonreír a Juan García.

Y el polígono mas regular en esta pirámide se encuentra en Badajoz. MehdiNafti sabe exprimir a los suyos y los artistas blanquinegros hacen que ninguna arista rompa el equilibrio de una figura cuasi perfecta. Y aunque Johan Cruyff aseguraba que sobre un rectángulo verde todo se basaba en matemáticas, no contó con una variable tan evidente como olvidada: todo puede cambiar en una jornada.

Bajemos de categoría, hablemos del triángulo del Cacereño. Julio Cobos ha encontrado en Teto el vértice desde el que construir su base. Y el ‘Messi del Batán’ ha aceptado el encargo del arquitecto verde. Ya ven más cerca la cúspide de la pirámide, coronada por elVillanovense de Masegosa. Una pirámide que cuenta con caras conocidas y otras inesperadas.

Si la cara es el espejo del alma, a la reina Grimhilde le encantaría preguntar quién es la más bonita del reino al reflejo del Aceuchal. Un polígono hecho por una mente brillante y que emana humildad en cada ángulo de su joven y talentosa plantilla. Segundos en la tabla, restando números a su objetivo: el 45 de la permanencia.

Y la fórmula de Rai es irrefutable, como las de Arquímedes. Veteranía sumada a trabajo es igual a resultados. Unas cuentas que de momento no les salen ni a Llerenense, Valverdeño ni Valdivia. Aunque esa cara, la más amarga del fútbol, es mejor mirarla desde otro prisma. Y es que al final en el fútbol y en las matemáticas, manda la calculadora. La visión más fría de una pasión volcánica.