Solo faltó que el pasado lunes al extrovertido Cal Crutchlow, piloto británico de 34 años, oficial de Honda, hiciese una de sus bromas trasladando el mono de Jorge Lorenzo del camión del Repsol Honda al del equipo LCR, con el que iba a debutar Alex Márquez en MotoGP, para que la audiencia, el centenar de periodistas que se habían quedado a los primeros tests del 2020, empezasen a sospechar cualquier cosa. Sí, incluso que el pentacampeón mallorquín volvía.

Y es que, en realidad, todo lo provocó la repentina retirada de Lorenzo, que semanas antes había negado en el circuito de Phillip Island que fuera a lanzar la toalla, poco después de que el presidente de Honda, Yoshishige Nomura, asegurase en Motegi que iban a cumplir el año de contrato (2020) que Lorenzo tenía firmado. Es más, después del GP de Malasia, el mallorquín y Marc Márquez volaron a Milán, donde aquel martes, en el salón EICMA, los dos campeones asistieron a la presentación de los equipos 2020 de Honda Racing Corporation (HRC).

Última petición

Aquel día, 5 de noviembre, Lorenzo estuvo hablando con Márquez, pidiéndole que le ayudase a hacer más pilotable la RC213V del 2020, y fue ahí donde Marc le dijo que le habían comentado que el motor sería aún más potente: «Olvídate, Jorge, el carácter de esa moto siempre será crítico, extremo y físico, yo creo que eso no va a cambiar». Quién sabe, igual ese intercambio de palabras y la convicción de que estaba harto de hacerse daño fue lo que finalmente hizo que Lorenzo anunciase, ante la sorpresa general, su retirada en Cheste (Valencia).

Y a partir de ahí fue cuando, deprisa y corriendo, Alberto Puig, mánager del equipo Honda; Tetsuhiro Kuwata, mánager general de HRC; y Takeo Yokoyama, director técnico de Honda, siempre en contacto con Nomura («aquí todo lo hace la compañía, no los nombres», señala uno de los implicados), analizaron las posibles alternativas que tenían cara al 2020 para entregarle la moto campeona que Lorenzo acaba de dejar libre.

Fue ahí donde, de pronto, las puertas de MotoGP, que estaban totalmente cerradas para Alex Márquez (de ahí que hubiese renovado por el equipo Estrella Galicia 0,0 Marc VDS para seguir, un año más, en Moto2), se abrieron de par en par y, como reciente campeón del mundo de Moto2 («nunca como el hermano de…», señala una fuente del equipo Repsol Honda), entrase a formar parte de la terna de la que saldría el nuevo compañero de box de Marc. La decisión, pues, se centró en el veterano Crutchlow, de 34 años y con gran experiencia en MotoGP; el francés Johann Zarco, bicampeón de Moto2, expiloto de KTM MotoGP y hasta entonces piloto sustituto, sin grandes resultados, del lesionado Takaaki Nakagami, y el propio Alex Márquez.

Las cartas de Marc

Ni que decir tiene que, en cuanto se supo que el nombre de Alex estaba sobre la mesa del inmenso camión blanco que HRC tiene aparcado detrás del box del equipo Repsol Honda y donde Puig y la cúspide japonesa debaten los asuntos, Marc jugó sus cartas mediáticas con gran habilidad, dando a entender que le haría mucha ilusión (aunque, en el fondo, preferiría que sufriese menos presión en otro box, sobre una moto más llevadera) que su compañero de equipo fuese su hermano Alex. «Con este segundo título, ha demostrado lo que vale y ha dejado ya de ser el hermano de para convertirse en Alex Márquez, bicampeón del mundo», destacó el propio Marc.

Todas las fuentes consultadas aseguran que Honda no hubiese firmado a Alex Márquez (por solo un año, para que su contrato esté equiparado en el tiempo con el resto de magníficos) si no hubiese conquistado este año la corona de Moto2. Han sido ese título y la confirmación de que es un bicampeón con enorme proyección lo que, finalmente, convenció al staff de la firma alada para darle la oportunidad con la que sueñan todos los pilotos.

La opción más sencilla para Honda, y así lo hicieron saber fuentes del propio equipo, era colocar a Crutchlow, convertido ya en el segundo piloto oficial mientras crece el hermano pequeño de Marc, en el Repsol Honda, pero el británico, impulsivo, hablador, muy crítico y, a menudo, con malas formas, cosa que molesta profundamente a los japoneses, hubiese sido una bomba de relojería en el box del octocampeón. «Además --insiste otra fuente--, no ganábamos nada, simplemente lo trasladábamos de box».

A partir de ese momento la apuesta de HRC se centró en Alex, entre otras razones porque es joven (23 años), bicampeón del mundo, tendrá el mejor maestro a su lado y, como reconoció uno de los ingenieros que participó en la decisión, «es un auténtico profesional, un auténtico currante, un auténtico trabajador y, solo hay que analizar su trayectoria para darse cuenta de que no para hasta que consigue su objetivo».