Los 45 minutos que disputó el sábado en Sevilla retrataron el momento actual de Ronaldinho. Suplente en uno de los grandes duelos de la Liga, Rijkaard le rescató del banquillo para que el Barça pudiera empatar. Y empató, pero no gracias a Ronaldinho, sino a una llegada de Xavi. Si el técnico esperaba que la estrella sacara las castañas del fuego, con una asistencia, con una falta --lanzó cinco y todas mal--, con una jugada determinante, se equivocó. No le salió nada a Ronie , que parece no asumir aún su decadencia, sin querer simplificar y empezar a recuperarse con jugadas más sencillas. Sin fuerza en las piernas y sin argumentos para explicar por qué ha llegado a esto.