Contador no entendió a su director. Nada podía hacer. Cuando al salir del control antidopaje se le pidió una opinión, respondió: "Preguntad a mi director". Y Bruyneel lo justificó: "Contador es el líder, pero con todos los favoritos cortados era muy bueno para nosotros que Armstrong ganase unos segundos". Fueron 40, suficientes para superar al madrileño.

Armstrong regresó ayer al Tour. "No fue mi objetivo distanciar a Contador. Yo he ganado siete veces y por eso sé que siempre hay que estar delante. He logrado un tiempo, valioso pero menor, por experiencia y suerte". "Estoy tranquilo", dijo Contador más tarde. Debe estarlo. En 1986, Bernard Hinault y Greg Lemond eran compañeros en La Vie Claire. El bretón hizo todo lo posible por lograr el sexto Tour. Lemond nunca se inquietó, nunca pronunció una palabra mal sonante contra el francés.

La carretera dictó sentencia y venció en París. Tal vez, ayer, Armstrong solo adelantó unos días los fuegos artificiales del 14 de julio que iluminan las noches de todas las ciudades francesas.

De puertas afuera da la impresión de que la perfecta relación que siempre mantuvieron Contador y Bruyneel, cuya amistad con Bruyneel, negocios incluidos, es incuestionable.