El deporte extremeño vive esta semana su fiesta anual con la entrega de los premios que se conceden a los más destacados especialistas en distintas disciplinas, amén de a gente, más o menos anónima, que trabaja para que otros se luzcan. Como sucede con los galardones Espiga de Caja Rural de Extremadura, los que patrocina la Junta reconocen méritos y distinguen trayectorias. Sin embargo, siguen teniendo un punto negativo: la extemporaneidad. Parece mentira que, a estas alturas, sigamos reconociendo la labor de algo hecho el año anterior. Premiar lo realizado en el 2006 a finales del 2007 suena mal. Al socaire del cambio de rumbo de la consejería que apadrina las distinciones --el nuevo responsable es infinitamente más capaz de generar ilusión que el anterior-- se impone un cambio radical, al menos en cuanto a fechas. De momento, el asunto está en estudio. Trabas burocráticas aparte --que haberlas, haylas-- no creo que resulte demasiado complicada la empresa.