El guateque de Río de Janeiro duró más allá del amanecer. La prensa local se puso ayer de acuerdo al enumerar el número de invitados, alrededor de 300, e identificar a algunas de las estrellas en lo que ya se denomina como la fiesta de las 40 camisinhas . Todo comenzó de madrugada en la sala de fiestas The Cat Walk, que se cerró al público tras previo pago de 15.000 dólares. Allí llegaron, entre otros, Robinho, Ronaldinho y Vagner Love, jugador del CSKA de Moscú, que se puso al frente de los mandos.

El relato del diario Folha de Sao Paulo no tiene desperdicio: "La fiesta solo terminó porque los sambistas y los músicos se negaron a seguir actuando y los responsables del sonido, exhaustos, desconectaron lo equipos y decidieron no continuar. Ronaldinho habría dicho que como su avión a España partía a las 18.00 horas quería que la fiesta no parase para ir al aeropuerto directamente, lo que no fue posible". O Globo fue más lejos: "Había un grupo de samba y los futbolistas se divirtieron. Robinho fue a pedir a los de seguridad 40 preservativos".