Sabéis lo maravilloso que es ser padre? Perdón por la expresión, pero es que es la… venga, lo diré suave, ¡la leche! Estoy aprendiendo muchísimo durante estos 40 y pico días que llevamos de confinamiento. Iba a decir de cuarentena, pero realmente no sé si está bien dicho, porque la cuarentena suele ser de 40 días, ¿no? Aún no hemos salido a la calle, supongo que lo haremos esta tarde por primera vez. Muchos diréis que soy mal padre, que pobre Celia… pero es que no lo hemos visto necesario, y de momento Celia parece que está bien…

Es cierto que todavía no es capaz de expresar todos sus sentimientos ni emociones con palabras. Solo tiene 18 meses. Apenas sabe decir «pupa» cuando se da un golpe o «aba» («agua»). Incluso «opa» cuando quiere «sopa»… Lo que mejor dice son las comidas, jajaja. Aunque sí que se hace entender muy pero que muy bien con sus gestos acompañados de un «eh, eh, eh». Creedme: si en algún momento viéramos que está apagada, seríamos los primeros en llevarla fuera.

Los que sí han salido son sus primos, y viendo sus vídeos donde parecían Usain Bolt corriendo los 100 metros lisos, nos han dado unas ganas enormes de sacarla a la calle también. Alvarete es un campeón. Tiene tres añitos y el título de hermano mayor, solo destinado a unos cuantos elegidos. Su hermano pequeño, que además es mi ahijado (Danielito) es otro campeón, casi tres meses más pequeño que Celia, y aprende a pasos agigantados, porque tiene dos buenos elementos de ejemplo…

Sus otros primos viven un poquito más lejos, en el País Vasco y Cataluña, pero con esto de las videollamadas se han visto más en 40 días que en un año. Los mayores, Ander y Jon, no han parado de inventar cosas con su padre, que no sé quién es peor… Están muy concienciados, y el domingo, antes de que les mandaran la avalancha de tareas del cole, salieron y apuraron al máximo su kilómetro permitido para comprar un libro. Y Roi, un mesecito más pequeño que Celia, juega con sus perritas como si fueran caballos… Qué paciencia, aunque ayer, al igual que Álvaro, se puso a correr sin parar por la calle desierta ¡Qué gusto!

Las imágenes que han salido por redes sociales no sé hasta qué punto son ciertas, pero por mi experiencia propia, en los videos que he visto de familiares y amigos se han respetado las indicaciones. De hecho por mi ventana no he visto a nadie incumpliendo las normas. Creo que no debemos dejarnos llevar por mensajes virales. Todos sabemos lo duro que está siendo el confinamiento como para tirar por la borda todo el trabajo que llevamos.

De momento seguimos esperando a ver cómo van sucediendo los acontecimientos en cuanto a nuestra temporada. Parece que empieza a haber algo de luz al final del túnel, pero de momento es una pequeña linterna al fondo, muy al fondo. Esperemos que poco a poco esa pequeña luz cada vez vaya siendo más y más grande. Será señal de que estamos haciendo las cosas bien como sociedad y lo más importante de las cosas menos importantes, es decir, el deporte, podría volver a nuestras vidas.

#YoMeQuedoEnCasa hasta que Celia me diga «¡Papá, sácame ya! Que ya te vale…».