Ronaldinho se ha convertido en un problema para el Barça. En un problema de verdad que, ahora mismo, nadie sabe muy bien cómo resolver. Pero crece la sensación de que tiene mala solución y no acabará bien. El debate en el club ya no es solo si tiene o no tiene que jugar. Va más allá. Los días de Ronaldinho en el Camp Nou están contados, pero su salida no es fácil. Hace más de un año que el club no recibe una oferta por el jugador. Pero si llegara alguna en diciembre, se estudiaría.

¿Es recuperable Ronaldinho? Esta es la pregunta que planea desde hace tiempo en el Camp Nou, la duda que aparece en casi todas las conversaciones y que también ha llegado al vestuario. Hay quien le da por perdido, no ya con el convencimiento de que nunca volverá a ser el que era --un pensamiento prácticamente unánime--, sino por la sensación de que no podrá recuperar lo mucho que ha perdido tras meses y meses de no trabajar al máximo nivel y hacer vida en el gimnasio.

Rijkaard parece cada día más obligado a dejar a la estrella brasileña en un segundo plano. De momento, le ha sustituido en cuatro de los cinco partidos de Liga que ha jugado. Pero en el club se reclama al entrenador que sea más contundente y actúe de acuerdo con su rendimiento. Si no está para jugar, que no juegue. Si necesita una puesta a punto, que la haga. Pero de verdad.

Debate sobre su futuro

Las palabras de Laporta, pidiendo que jueguen los que estén mejor, van en este sentido. Las voces que defienden que el Barça funciona mejor sin Ronaldinho crecen día a día. Pero Rijkaard se resiste a tomar una decisión drástica. Las lesiones y la ausencia de Eto´o le han ayudado, pero con el regreso del camerunés dentro de un mes se quedará sin esa coartada. El entrenador pasa por ser uno de los pocos que no perdido la confianza en él, una actitud que puede acabar pasándole factura.

De hecho, fue el técnico quien a final de temporada defendió su continuidad, con el argumento de que podía recuperarle. El día a día le ha quitado la razón. Ni él ha podido invertir esa situación ni el jugador ha colaborado. Los rumores sobre su vida poco ordenada fuera del campo persisten y el ejemplo más reciente es la fiesta en Río de Janeiro con Robinho y otros internacionales.

El debate que se ha abierto ahora es el de su futuro. El club está dispuesto a escuchar ofertas, por más que rehúya ese mensaje. La cuestión es si llegarán. Desde hace más de un año, es decir, antes y después del Mundial de Alemania, ningún club ha hecho una propuesta en firme. Ni el Chelsea, ni el Milan, ni nadie. Ni por 60 millones de euros ni por 30. El Barça da por hecho que, en la actual situación, cualquier oferta que llegue, sea en diciembre sea en junio --el Milan anda desesperado, cerca del descenso, y este fichaje sería un buen golpe de efecto--, estará por debajo del teórico precio de mercado que hasta hace poco tenía el jugador. Pero traspasarle ya no es un sacrilegio. Al contrario.

Ahora Ronaldinho recibe el peor calificativo que se puede escuchar en Brasil. Juega "burocrático". Uno más. De sus 11 disparos solo seis han ido a portería y dos han terminado en gol. A balón parado, claro. Una falta y un penalti.

No juega, no habla, no regatea, no desborda, no remata. no acierto en los pases --ha perdido 51 balones--. No sonríe. Y su futuro es una incógnita.